“Solo aquel que desde su ‘siendo’ puede dejarse interpelar por su ‘ser’, alcanza esa dialéctica de la sabiduría, dolorosa tal vez, pero única vía hacia la claridad mental”
Ana de Lacalle. Relatos y Aforismos. Célebre Editorial. Badalona, febrero de 2019. Nº120, pg.89
Los humanos existimos, para los otros y para nosotros mismos, desde la manifestación de nuestro ser en un “siendo”. Es decir, en todo aquello que hacemos, mostramos –por acción u omisión- algo que desvela el trasfondo de lo que auténticamente somos, o bien la posible contradicción con nuestro ser.
Fijémonos que, parece presuponerse en lo dicho –implícitamente- que hay un ser, un somos, como completitud, algo acabado y definitivo que se revela en el hacer. Esto no es del todo ajustado si proseguimos la lectura del aforismo y constatamos que el ‘siendo’, o sea, lo que manifestamos ser, debe dejarse interpelar , zafándose de esa mal interpretada conclusión finiquitada, por una dialéctica, una tensión entre lo que vamos realizando y lo que creíamos ser. Únicamente si el ‘siendo’ interpela la estipticidad de esa identidad fraudulenta, que hemos denominado ‘somos’, se posibilita un devenir dinámico que reconsidere en qué consiste ser; y si podemos referirnos a él como algo estático e incuestionable.
Desde esta perspectiva en el aforismo se exige un re-conocimiento reiterado de lo que creemos que somos y de lo que, a consecuencia de la elasticidad del siendo, vamos deviniendo. Algo así como metáforas que permiten intuirnos débilmente sin alcanzar nunca ninguna forma de exactitud positivista.