Un brevísimo amago de huida que desvela el cansancio ante presiones mixtas: externas e internas. Tentación irreflexiva, alertándonos de un asunto relevante diferido reiteradamente por su naturaleza turbadora. Un punto de inflexión en el que acotamos el desasosiego, lo desmenuzamos, analizamos y le otorgamos entidad, definida y limitada. Así posteriormente, despojándonos de toda arrogancia, redirigimos nuestras prioridades para que la voluntad no se someta al imperativo de la ambición. Y de esta tensa lid fluye, despojados de lo anecdótico, lo sustancial, aquello que verazmente queremos y nos conduce pacientemente a ser y hacer lo que a la postre nos concede cierta plenitud.
Difícil tarea y complejo reto el no distanciarnos de quienes queremos ser, sumergidos en ese duelo desaforado entre el reconocimiento ajeno y ese ínfimo recodo de libertad interna que suspiramos por retener.