Tras la metafórica “muerte de Dios” anunciada por Nietzsche, se fue materializando lo que ya previó tiempo atrás su admirado Dostoievski, que “si Dios no existe, todo está permitido”. Sea por defunción de una falacia, o por no ser nada en sí, lo cierto es que la carencia de un ente supremo que regule, limite