Si cabalgo por metáforas apuradas y ávidas de ser imagen fiel de lo referido, no es porque disponga de palabras –mentira- es porque se me ha negado el uso excelso del lenguaje.
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UNA DESCONOCE LOS MOTIVOS QUE INDUCEN A ADQUIRIR MÁS RESONANCIA A UN ESCRITO ENTRE LOS LECTORES, pero sois vosotros quienes decidís. La posibilidad artística del lenguaje se halla en el uso metafórico de este y, en un plano distinto pero no menor, en el uso tácito de su contenido. Sin esta doble vertiente, su carácter
Solo cuando lo real es mundo, una versión lingüística humana, se generan contradicciones, paradojas y acontecimientos incompatibles.
Obviamente, decir que Dios es –en sintonía con el aforismo anterior- no otorga ninguna realidad objetiva a Dios. El lenguaje como corpus simbólico representa, y de alguna manera amolda, lo real desde la perspectiva del sujeto que dice. Pero no puede, de ninguna manera proporcionar entidad ontológica a algo por el hecho de mencionarlo. Esto
Decir, no real-iza lo dicho, no le hace ser.
El lenguaje desnuda lo más absurdo de nuestro pensar. Cuando, por ejemplo afirmamos no quiero nada, estamos diciendo en realidad quiero algo, porque si nada no es querido por mí, la única posibilidad es que lo sea algo. En este laberinto lingüístico, acabamos dudando de nuestro propio pensar y esto nos lleva a escudriñar con
El recurso literario es la forma de búsqueda que hallan quienes se sienten superados por la avidez de alcanzar verdades últimas, especialmente aquellas relativas al sentido del existir. No cualquiera posee el arte de dar con las combinaciones léxicas afinadas y crear redes semánticas que manifiesten aquello de lo cual es imposible sustraerse. Sólo los
Entre el diálogo infértil de dos lenguas viperinas no queda ni recoger el rastrojo tóxico. Mas, sería legítimo sanear el ambiente de tanta podredumbre lingüística y de voluntad, no fuera que como un virus se infiltrara en gente de mente inocua.
Si nos adhiriéramos a una negación sucesiva, estaríamos simultáneamente haciéndolo a una afirmación. Trampas de la lógica lingüística que deposita hiel en nuestros labios como artificio demoniaco. Manifestar “nunca”, no se transforma en “siempre” por cansina que sea su repetición. Atendamos al significado de los términos y no a su forma, porque distanciar aun más
El lenguaje frívolo, de tan voluble, no arrastra tras de sí lo que denota. Así, el tiempo, aun breve, evidencia su vacuidad y el viento expande el ropaje hasta desmembrarlo. Es el sino de las formas huecas.
