La posibilidad de calibrar el riesgo real de que estallé una III guerra mundial exige poseer más información de la que los ciudadanos de a pie tenemos. Disponemos de información, seguramente distorsionada, sobre acciones bélicas de algunos Estados y de declaraciones entre cruzadas de líderes políticos. Hasta aquí, podríamos decir que hemos vivido situaciones parecidas
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Desde que se iniciara la guerra en territorio ucraniano a consecuencia de la invasión del Rusia, los estados occidentales -la OTAN, EE. UU.- han reaccionado abasteciendo de armas a los invadidos, supongo que con el objetivo de que sea Ucrania la que, se enfrente a Putin, en lugar de tener que intervenir directamente otros países.
Ayer el periódico La Vanguardia publicó una entrevista con la filósofa Judith Butler, a la cual se identifica a menudo con la teoría queer de forma casi exclusiva, olvidándonos de que posee una larga reflexión política y ética sobre las sociedades actuales y sobre cómo sería posible un mundo habitable para todos. Entre otras cuestiones
Ha habido una fuga de palabras, me quedé muda, aunque me desgarre para proferir gritos que resultan ser silencio. Cedo pues la palabra a quien supo preservarla en su momento. Gloria Fuertes. «Si todos los políticos se hicieran pacifistas vendría la paz.» «Que no vuelva a haber otra guerra, pero si la hubiera, ¡Que todos
Ayer tuvo lugar el ENCUENTRO DE INTELECTUALES POR LA PAZ, surgido con motivo del actual conflicto de Ucrania y con la voluntad de contribuir a esclarecer las causas del conflicto y realizar un llamado al diálogo. En palabras del mismísimo Putin, estamos al borde de una III guerra mundial, según el mandatario ruso porque EE.
Hay voces que deben retumbar para que su eco remueva conciencias y aborde conflictos, desenmascarando sus causas directas e indirectas. Solo un análisis que buscando la paz evidencie las tramas ocultas, o ya no tanto, puede llevarnos a ser creativos y interpelantes sobre quién gana o pierde las guerras. Elevar la voz es abrir vías
No me restan palabras, ni fuerzas, ni hálito para ahondar cansinamente sobre el intervencionismo de EEUU en países de América Latina, porque evoca ecos de pasados trágicos en que este estado, que se otorga el derecho casi divino de decidir quién gobierna y dónde, ha apoyado dictaduras y no precisamente giros democráticos –Chile, Argentina, …-