La naturalización de los trastornos, disfunciones o cómo cada uno desee recrearlas, responde, entiendo, a una doble voluntad: la de la misma medicina que tiende a homogeneizarlas con las enfermedades físicas para disponer de criterios diagnósticos que permitan gnoseológicamente diferenciarlas para su posterior tratamiento farmacológico –con las sospechas que pesa sobre los beneficios de los