La naturalización de los trastornos, disfunciones o cómo cada uno desee recrearlas, responde, entiendo, a una doble voluntad: la de la misma medicina que tiende a homogeneizarlas con las enfermedades físicas para disponer de criterios diagnósticos que permitan gnoseológicamente diferenciarlas para su posterior tratamiento farmacológico –con las sospechas que pesa sobre los beneficios de los
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Nos sentimos comprimidos por prejuicios mentales que procediendo de doctas ciencias nos encorsetan sin dar cabida alguna a cierta flexibilidad. De tal manera, que poco o nada importa nuestro esfuerzo porque lo que puede ser paliado por fármacos, y no lo es, responde al flácido y escaso empeño dedicado, y lo que fructifica como síntoma
Los trastornos o enfermedades mentales según la clasificación reciente del DMS-V, no son más que referentes diagnósticos para afrontar el tratamiento farmacológico –cuando sea necesario-y terapéutico. Sin embargo si en relación a las enfermedades físicas afirmamos que “no hay enfermedades, sino enfermos”, esto en el caso de la mente se produce exponencialmente. Dos personas con