Todos tenemos el derecho de expresar nuestros pensamientos libremente. Ahora bien, un derecho puede ser ejercido o no –a diferencia del deber- y el mal denominado sentido común, por su escasez, podría orientarnos sobre aquello en lo que poseo conocimiento para manifestar mi opinión, de aquello en lo que por mi absoluta ignorancia debería abstenerme y escuchar o ilustrarme. Y, cabe clarificar, que no menciono el conocimiento como un corpus de certezas, porque bien pocas hay si hubiere alguna, sino como una profundización y reflexión, teniendo en cuenta y aprendiendo de la disparidad de perspectivas de las que me han precedido o de los que están adentrados en la cuestión. Porque si no, lo que expreso es una opinión gratuita, vana, sin fundamento ni argumentación alguna que flojea conforme la estoy manifestando.
Así es que disponer de un derecho exige la habilidad de discernir cuando es adecuado ejercerlo y cuando no. Que el aborto se considere un derecho legal en diversos países, no me obliga a abortar, de la misma manera que mi derecho a opinar no es coercitivo –porque sería un deber- y debo identificar la cuestión sobre la que estoy capacitado para opinar de las que solo “hablo porque tengo boca”. De lo contario el diálogo social, político podríamos decir en sentido estricto, se convierte en una jaula de grillos donde cada una expele lo que le pasa por la mente y lo reconvertimos en una mezcolanza de ideas, que creemos merecen el mismo reconocimiento, destruyendo toda posibilidad de auténtico diálogo –que muy pocas veces tiene lugar- que sirva para construir una idea o ideas sobre el aspecto que sea objeto de discernimiento, con una base empírica y argumentativa que le dé cierta solidez.
Por eso no todas las opiniones son iguales, porque unas son espontáneas banalidades sin sustento y otras proceden de un esfuerzo y trabajo previo de reflexión. Y aunque tengamos el derecho de expresarlas, también debemos tener la dignidad de no opinar sobre lo que desconocemos. Y, aprender humildemente de quienes, con miradas contrapuestas, tienen un bagaje admirable en el ámbito sobre el que se desarrolla el pretendido diálogo.
Aunque no se correctamente político lo que aquí expongo es precisamente esa falta de oportunidad política la que tal vez la hace relevante para los que ejercen el poder y alientan el canto insostenible de los grillos.