Quien no está dispuesto a ceder su dignidad se adhiere como una lapa a la enredadera axiológica que la sustente, como fundamento básico a partir del cual puedan pender las ramas de otros valores irrenunciables. Solo el que acepta sin desdoro, otorga el merecido respeto y reconocimiento al otro, solo desde el crédito asentido se honra con veracidad a cualquier individuo por su cualidad de humano.
Sin dignidad no hay posibilidad de desarrollo, conciencia y exigencia de lo que merecemos.