Desnutrirnos de desafecto, ignorancia e indiferencia es semejante a horadar una concavidad destinada a ser una siniestra oquedad sin culminación posible. Un algo gestado para la vacuidad, cuyo horizonte es ser absorbido sin condescendencia, por súplicas o ruegos, hasta devenir aquello que, de entrada, condicionó y posibilitó su leve estar.
El tremebundo acto de asumirnos como siendos a los que, al contrario del optimismo sartriano, ni nos pertenece la existencia ni como Sartre pretendió el privilegio de forjar cierta esencia; como exceso, por ventura, un atisbo de esa naturaleza.
Ser optimista es negarse a la realidad más cruenta. Muy bueno.
Me gustaMe gusta
Gracias Tin, por leer y comentar!!?
Me gustaMe gusta
De nada. Gracias a ti.
Me gustaMe gusta