Voltaire declama en su poema Sobre el desastre de Lisboa “Créanme, cuando la tierra entreabre sus abismos, mi llanto es inocente y legítimos mis gritos. Rodeados por todos lados de las crueldades de la suerte, del furor de los malos, de las trampas de la muerte, padeciendo los golpes de todos los elementos, compañeros de
Etiqueta: optimismo
Ser prudentes no es solo una virtud, sino una exigencia adaptativa consistente en preservar un cierto grado de sospecha vital. Porque quien tantea lo que le rodea, para ponderar lo que sucede, debe poseer la habilidad de dudar de lo verosímil y ejercer un intenso escrutinio sobre lo que se muestra diáfano. Esta perspicacia previene
Desnutrirnos de desafecto, ignorancia e indiferencia es semejante a horadar una concavidad destinada a ser una siniestra oquedad sin culminación posible. Un algo gestado para la vacuidad, cuyo horizonte es ser absorbido sin condescendencia, por súplicas o ruegos, hasta devenir aquello que, de entrada, condicionó y posibilitó su leve estar. El tremebundo acto de asumirnos
El pesimismo se sustenta en la convicción de que aquello que pueda ir mal, irá mal. El optimismo es su opuesto como creencia que tan solo resalta y espera lo benéfico. El realismo sería un intento de templar estas percepciones extremas, ponderando lo positivo y lo negativo y analizando qué puede depararnos el futuro. No
El pesimismo no es hoy una actitud elegida, es una constatación realista del mundo en el que vivimos. No hay pues, pesimismo. Por el contrario, el optimismo es una fuga hacia delante de los que viviendo bien, no quieren ver el mundo desde sus raíces.
Te vi preso de una exagerada algarabía, como si un acontecimiento en sí pudiera reparar el desencaje de toda una vida. Pensé que tu optimismo anterior era impostado, una exigencia del guion, y el actual un espejismo propio de quien carecía de perspectiva alguna, y ahora cree que el horizonte se ha deslizado ante sus
Ser realista, como actitud alternativa a la esperanza, consiste en no desplazar los motivos de la existencia en un porvenir incierto, sino en responder a lo acontecido de la forma más ajustada y benigna posible. Así, el realista no fantasea sobre lo que sucederá o desea que suceda, ya que esa estrategia se convierte a