Transcurren los días en una continuidad indiscernible, uno tras otro, y otro, suponemos; porque la planicie del amanecer monocromático nos impide discriminar una jornada de otra, y casi el día de la noche. El acontecer se ha difuminado en nuestras existencias, y ya solo restan sucesos hilados consecutivamente sobre los que caminamos de puntillas, sigilosos para no alterarlos y que reaccionen contra nosotros. Lo mejor se ha trastocado y, en este tiempo pandémico, consiste en que no haya novedad, noticia, respingo. Odiamos y nos aferramos a lo monótono, como quien se saja la piel para sufrir menos. ¡Aparente contradicción! Que solo es paradójico, y algo cínico, pero que alivia el dolor mental al sentir el agudo tajo de la dermis que vomita la intensidad de un rojo líquido que ya ni arredra.
Ya no son tiempos líquidos, ahora son de un espesor y densidad que opacan lo que ocurre, y solo percibimos esa monotonía que nos mata y nos alivia, instalándonos en la desidia vital.
la monotonía como ese veneno que poco a poco nos intoxica, a nosotros mismos, a quienes no rodean familia, pareja, amigos, es difícil convivir con quien amamos sino no los conocemos realmente, sino no sabemos ser tolerantes…Besos al vacío desde el vacío
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Son momentos muy difíciles que nos ha tocado vivir con éste virus. ya no sabemos si vamos o venimos con tantas restricciones son poder compartir. El aburrimiento nos conduce a la pérdida de identidad
Ojalá que pronto haya una luz en este extenso y oscuro túnel. Muy bien tu entrada. Nos llama a la reflexión.
Manuel Angel
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Gracias a ambos por leer y comentar!!!
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Apoyo todo lo que dices. Describes perfectamente lo que estamos viviendo. Un saludo y buen finde.
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Gracias igualmente!!!?
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No se puede explicar mejor. Un texto magnífico.
Salud.
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Gracias!
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