Irradiamos porosamente nuestras emociones sin resquicios, aunque pretendamos, por un acto de voluntad, aparentar actitudes opuestas. La actitud está traspasada por los sentimientos y se expande espontáneamente si no estamos vigilantes y alertas de nosotros mismos.
Las razones por las cuales nos sentimos exigidos a ocultarnos son diversas. Tendré en cuenta dos: la que se deriva de evitar un daño al otro y la que la impostura social impone para no restar desadaptados.
En relación con la primera, guardarnos nuestro sentir, que puede ser algo impulsivo y pasajero, es un acto de generosidad para con el otro, que tal vez sin responsabilidad alguna se sienta la diana de nuestros dardos envenenados. Transcurrido un cierto tiempo, podemos discernir qué hay de objetivo que procede del otro y que ha disparado nuestro malestar o qué procede de nuestros propios fantasmas. La prudencia es aquí básica, por el bien del otro y el propio.
Respecto de la segunda razón para velar nuestra actitud consiste en ser algo impostores; es decir, en no mostrar con trasparencia nuestro sentir previendo que el entorno no pueda metabolizarlo, y esas emociones se conviertan en un bumerán que nos acaba perforando el alma. Consiste en un cierto grado de hipocresía que compartimos socialmente y que nos protege de la marginación social en determinadas circunstancias.
Ahora bien, la primera situación mencionada debe ser resuelta, una vez clarificada interiormente, por honradez: esa virtud que brilla por su ausencia pero que es el fundamento de cualquier verdadero vínculo. La segunda, exige hacernos conscientes de quiénes somos y quiénes nos hacen ser y, habiendo clarificado personalmente esto, sostener y expresar nuestra actitud por convicción, autoafirmación, independencia y, esa honradez de la que hablábamos antes, pero ahora con nosotros mismos. Una coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer que nos otorga cierta paz interior.
Aquello que cada uno decida hacer de él y de su existencia depende del coraje y la voluntad para ser, ante todo, confiables, auténticos y, en definitiva, lo que creamos ser en cada tramo de nuestra vida. Somos, en la medida en que nos actualizamos interna y externamente desde la autenticidad que está a nuestro alcance.
Hola Ana.
Eso que tú llamas honradez y que es una vía de doble sentido, ¿no lo podríamos llamar empatía? ¿O son conceptos distintos?
Muchas gracias.
Un saludo.
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Empatía, término que está de moda, sería equivalente a compasión, que se denosta porque se le atribuyen demasiadas connotaciones cristianas que no tiene etimológicamente. Sin embargo, la honadez sería la vetacidad entre el pensar, sentir y actuar propios. Gracias, Carlos!!!!
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Pues el diccionario de la RAE dice de empatía:
1. f. Sentimiento de identificación con algo o alguien.
2. f. Capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Mientras que por compasión :
Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien.
Tal y como yo lo veo, la compasión sería una versión – de las muchas existentes – más profunda de la empatía. Un sentimiento más íntimo, más concreto, más personal.
Tal vez, incluso la hospitalidad, podría ser considerada una parte de la empatía, pues su objetivo es ponerse en los zapatos del viajero y hacerle sentir que se encuentra en un entorno amistoso, agradable y no hostil.
Por cierto, y ahora quiero enlazar con esas connotaciones cristianas que mencionabas de la compasión, la hospitalidad, es célebre entre los musulmanes, por lo que si aceptamos que formase parte de la empatía, perdería entonces su carga de «cristiana» y se convertiría en universal. ¿No?
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Très intéressant ton article d’aujourd’hui Ana. Il aborde l’attitude de tout un chacun vis à vis de l’autre. La peur est fondamentalement installée dans l’être, elle vient au départ du réflexe animal de base. L’évolution de la notre société ne favorise en rien ton concept qui demeure celui qui est juste, mais qui est mis en bute aujourd’hui. La tricherie prend une place qui érode toute valeur morale. Comme la pierre qui roule et grossit, la peur tourne vers les déviances de toutes sortes. La peur de mourir devient comme le serpent qui se mord la queue, l’escalade de l’autodestruction. On trompe tellement en tout qu’on s’y perd soi-même. Une sorte de littérature personnelle joue à la place de l’individu. Fabulation de l’art. L’excitant remplace la réflexion. Boulimie du paraître qui fait le quotidien de gens perdus qui ne se verront jamais mais s’inscrivent comme matière vivante. Le creux rassure pour le plus beau paradoxe qui soit. On avait peur de pas savoir, aujourd’hui on a peur d’apprendre…
C’est du Zarathoustra grand écran…
C’est important que tu saches que je trouve que tu dis sensément ce que tu abordes et j’aime ça !
Bonne journée Ana, sans peur…
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He mencionado COMPASIÓN en su sentido etimológico. «PADECER CON» es decir hacerse cargo o identificarse con el padecimiento del otro… Empatía es la versión líquida o posrmoderna y de la RAE que te voy a decir, la pena cristiana. En cualquier caso nada que ver con honradez….
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Boulimie du paraître qui fait le quotidien de gens perdus qui ne se verront jamais mais s’inscrivent comme matière vivante. Três bien!!!! Merci beaocoup. J’ai un français un peu rouillé à écrire, mais pas à lire !
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Excelente artículo Ana. Muchas gracias.
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Ya sabes que no es mi estilo, bueno de hecho no tengo estilo, pero me encantan tus pensamientos. Muchas gracias.
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