LA VIOLENCIA SOCIAL: MANIFESTACIÓN DE LA DESESPERACIÓN POR LA MISERIA DEL COVID19 por Ana de Lacalle.

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La primera parte del artículo, marcado en otro color, fue escrito en noviembre de 2017. Su relectura me ha revelado que constituía un punto de partida privilegiado para la reflexión que enlazo posteriormente.

Si estas eran las circunstancias a finales del 2017, cuatro años después y arrasados por una pandemia sanitaria que ha devastado el mundo económica y psicológicamente, las situaciones que desbordan lo soportable se han agravado: muchos más ciudadanos en la pobreza, sin perspectivas de mejora y una cierta estabilidad[1], jóvenes cualificados o no con un horizonte escaso de hallar trabajo, con una remuneración digna, que les permita subsistir, debido al desequilibrio inaceptable entre el precio de los alquileres y los ingresos, los cuales, con suerte, rondan los mil euros y los alquileres en la periferia de Barcelona, por ejemplo, se sitúan en los seiscientos cincuenta o setecientos euros, mínimo, —todo hay que decirlo en las…

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  1. Les pauvres sont toujours ceux chez qui les choses s’aggravent. Dans le sujet que tu traites, la classe aisée étant un des axes de développement, on ne peut pas pas dire que ça diminue. C’est un appauvrissement général dont les effets sont loin d’être connus..
    Bonne journée, Ana.
    Alain

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  2. El confinamiento es un concepto burgués

    Si bien el confinamiento es imperiosamente necesario para frenar la pandemia actual, es evidencia hable que la idea de confinamiento tiene cierto número de presuposiciones y no corresponde a la realidad. Especialmente a la realidad que la gente de clase descendente.

    El confinamiento es un concepto burgués ya que su desarrollo comportamental concierne en la idea vertebral de que todos tengamos una casa individual, más o menos burguesa, en la que podamos refugiarnos cuando haya una pandemia un desastre natural.

    Pero las clases menos afortunadas se circunscriben a otra realidad, que las desplaza por fuera de este concepto. Sumado al hecho de viviendas cine capacidad habitacional en las que la gente no puede instalarse todo el día porque prácticamente el espacio es inadecuado. Dejando de lado la recua de conspiracionistas, El problema del confinamiento es que se basa en una especie de patraña respecto de la idea de que todos estamos confinados, lo cual no es cierto.

    En las clases proletarias ya sea del trato bajo o clase media baja, hay muchísima gente que sigue trabajando. Para quienes no existió la cuarentena, ni confinamiento alguno. Los obreros siguen trabajando, ya que las fábricas siguen abiertas, ipso facto prescindiendo, aún, de circunscribirse a la producción de manufactura de primera necesidad. Los cajeros continuó yendo a su trabajo, ya que los supermercados siguen abiertos. El personal de seguridad atraviesa las mismas circunstancias.

    Sin ignorar la dificultad ascendente. La experiencia de los lamentos es difícil persé; pero la dificultad es desproporcionadamente injusta para quienes deben continuar trabajando, bajo condiciones que no las protegen. Redoblando la dificultad con respecto a las personas que han perdido su trabajo y están desprovistas de asistencia; lo que complica sobremanera, lo que para algunos individuos puede significar volver a la calle.

    Los alcances del asistencialismo conciernen a cierta parte de la otredad, hay mucha gente sin hogar, refugiados, qué bien en tiendas de campaña. no se ha elaborado ningún plan para atender esa gente. Reforzando esta lamentable certeza, son desalojados los carenciados que ocupan algún terreno impropio.

    Cabe mencionar la imposibilidad que tienen los inmigrantes de cumplir con las normas de confinamiento. es insultante porque niega ignora la realidad y los problemas de los barrios pobres. Enfermeras, repartidores de monopolicas bici delivery, personal de atención al público de franquicias negreras.

    Existe, entonces, una gran porción de realidad que no es tomada en cuenta, ni por el estado ni por el derecho público y esto se traduce en autoritarismo es decir que la única respuesta del estado y el derecho público ha sido más presenc demagógica de los aparatos represivos del estado en las cuales interviene la opresión y a veces, la violencia.

    No se cuestiona de ninguna manera la necesidad de confinar a la gente, pero lo que es cierto e innegable, es que no todos somos iguales frente a las medidas. Entre aquellos que deben continuar trabajando, o lo que no se confinan o no pueden confinarse, por hábitat inadecuado.

    Conclusión: el confinamiento es un lujo. Sin mencionar las clases latifundistas qué han abandonado la ciudad para refugiarse en sus residencias temporales en el campo. Lujo que un pobre no se puede permitir.

    Los anuncio del gobierno se traducen en una burla para estas personas que deben seguir trabajando o vivir en la calle. Además que, frecuentemente, esta gente trabaja bajo condiciones que no las protegen. Es como si la vida de los pobres no tuviera ningún valor.

    Sumando a todo esto, los gobiernos que no saben como manejar la crisis y cambian de opinión constantemente, han sido inconscientes en el tratamiento de la crisis, generando más perjuicio, ya que son acciones que han cobrado vidas humanas… Entonces, la contradicción de sancionar a individuos con multas o prisión, me confirma la hipocresía más deleznable.

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