Luchamos contra monstruos invisibles dando bandazos a ciegas. Contra endriagos y sus diversas naturalezas que ni, tan siquiera, podemos identificar. Lidiamos o creemos hacerlo. Tal vez solo persistimos ante tanto azote imprevisto.
Estemos batallando o subsistiendo, sea como fuere, revelamos nuestra idiosincrasia, nuestro carácter combativo, ese en el que fuimos educados; aunque desconozcamos al enemigo sostenemos la tensión de la contienda porque no cabe rendirse, ni reconocer la fragilidad y la impotencia.
¿Cómo es posible luchar sin saber contra qué o quién lo hacemos? No es viable; ni lingüísticamente porque sea por la transitividad del verbo o por su intransitividad, necesitamos algo o alguien para mantener la cruzada. Y, de facto, sin ver peligro alguno que nos acometa ¿por qué seguimos presos de la angustia y nos protegemos?
Quizás porque no lo vemos, pero lo experimentamos, y la mayor amenaza es la que sufrimos por lo inidentificable, ya que posee la ventaja de descuartizarnos sin poder preverlo.
Cet animal a pris place en nous à la création du Monde. C’est le Bien et le Mal, qui suit notre existence et sert de radar…
Alain
Me gustaMe gusta
Me parece que si, siempre estamos, o deberíamos de estar, al pie del cañón o listos para quemar las naves…
Me gustaLe gusta a 1 persona