El mundo es una decepción. Aún más, siendo incisiva, es el abismo del dolor, aquel al que nos precipitamos creyendo que no hay nada, o que hay nada, y nos empotramos contra el desgarro sangrante. No podemos, si estamos dotados de conciencia y empatía, vivir en un lugar en el que la mayoría no tiene
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Con guerras, injusticias, asesinatos, un caos geopolítico con mandatarios que sorprenden porque hoy dicen A, y mañana B, y no sobre cuestiones menores; con ese trasfondo, empieza a notarse un remolino neuronal que lleva a picotear de la diversidad de urgencias sin poder pensarlas con serenidad. Son momentos en los que lo emocional irrumpe, se
El mundo es una decepción. Aún más, siendo incisiva, es el abismo del dolor, aquel al que nos precipitamos creyendo que no hay nada, o que hay nada, y nos empotramos contra el desgarro sangrante. No podemos, si estamos dotados de conciencia y empatía, vivir en un lugar en el que la mayoría no tiene
La afirmación de que estamos en decadencia parece una constatación de facto, aunque no lo sea. Hemos vuelto, como ignorantes desmemoriados, a los conflictos armados extendidos por todo el planeta, a genocidios ante los que el mundo parece quedarse mudo y paralizado, sin que nadie con auténtico poder haga algo contundente, al hambre como arma
Nuestras pisadas son indecisas, volátiles y nuestras huellas se difuminan con celeridad. Caminamos sobre un suelo fangoso, una ciénaga que engulle cuanto entra en contacto con ella. Somos seres temerosos, efímeros y contradictorios, y por eso eludimos afrontar los conflictos que están arrasando vidas, dignidades y que no siempre se manifiestan como guerras. Rebusco el
El cielo amanece hoy plomizo y encapotado. Simula una amenaza de algo que esté a punto de precipitarse y aplastarnos. A algunos les empieza a inquietar la culpa, a esos que aún les queda un resquicio de conciencia moral. Otros nunca se sienten aludidos. Un firmamento con esta presencia nos señala a todos; y a
Los ciudadanos de a pie, esos ninguneados excepto para adulterar los hechos con una premeditación clara y controlar nuestras creencias, no queremos ninguna guerra, ni en Ucrania, ni en Palestina, ni El Sudán, ni en esa multitud de territorios de los que desconocemos que haya conflictos armados enquistado desde hace décadas. No queremos guerras. La
Hay quienes están envueltos en una piel de serpiente, rugosa y árida. Demasiados. Otros están recubiertos de una fina epidermis que nos les aísla de la dureza del entorno. Si realizamos un ejercicio de introspección, cada uno de nosotros es capaz de reconocer su tipo de tegumento, y hacer recuento de cuanto contribuyó a la
Habitamos un mundo fracturado en dos: el conjunto de países en los que los individuos luchan por la supervivencia por pobreza estructural o por conflictos bélicos y aquellos en los que el eje, aparentemente, es el bienestar de los individuos. Esta simplificación puede ser útil para entender que hay una parte del mundo, los que
Los humanos nos habitamos el mundo; siendo el agente de un destrozo sin vuelta atrás de la naturaleza, hemos provocado tal metamorfosis que no hallamos ni lugar para nosotros mismos. La naturaleza era, el mundo es nuestra apropiación de ella. La forma en que hemos pretendido hacerla más adaptable para nosotros, sin tener conciencia hasta







