El límite de lo moralmente deleznable es tan relativo, que esa flexibilidad deviene incluso más atroz que lo juzgado como repudiable. Si, siendo el caso, analizáramos un hecho de pederastia constataríamos que lo que en una cultura parece patológico por su suma inmoralidad –inconcebible en alguien con conciencia moral- en otras la incorporación de las