El insomne es como un vagabundo sin lugar, ni tiempo, quebrando los ritmos establecidos y ortodoxos. Su mente no gestiona la necesidad de lo externo, sino la vivacidad de las ansiedades que se desprenden de la ignorancia que le atemoriza. Los requiebros que forzadamente dibuja con el cuerpo, para catarsis del alma, al repensar inquietantemente
Etiqueta: Insomnio
El insomnio crónico es un síntoma de una agitación interior nuclear que algo nos dice sobre nosotros mismos. Aunque las formas en que puede darse son diversas poseen un denominador común: se evidencia una exigencia excesiva, quizás una culpa latente, y con ello la urgencia de identificar las causas que nos mantienen en ese estado
La elasticidad de la noche puede quebrar el ánimo de los insomnes, aunque se apliquen en la búsqueda de los secretos durmientes. Tan solo si se produce un descubrimiento se compensan las largas horas de activa espera.
Mientras todos duermen, el ambiente desprende una cierta placidez fruto del descanso y el deseado sosiego. Quien, en vela, observa lo velado a quien dormita, se arrebuja como un privilegiado testigo de ese acontecer que hasta le incita a sospechar que la soledad es deleitosa.
El insomnio es el estado de vigila permanente de quien no puede desviar su mente de asuntos tremendamente sustanciosos.
La noche desvela a los insomnes que anticipan los desatinos del día, o a los que aún no metabolizaron los anteriores.
Aquel que transita por la noche con la voluntad de zafarse del día después, ansía una soledad anónima, llena de otras huidizas voluntades, con quien poder callar, sin más, o dialogar, sin menos. No es grata la marcha por un día lleno de otros, ávidos de interacción contingente y vana, que no entienden el silencio