Oír cómo se quiebra el acero de las cadenas que nos maniatan las manos, los pies y, con ellos, la voluntad, que anhela sin satisfacción posible, es como un éxtasis; pero este arrobamiento puede confundirnos, porque tras la desaforada lucha por la liberación de las lianas materiales, las emociones pueden ser un exceso falaz. Deshacerse