Las pérdidas son de una fisonomía supinamente elástica; sus manifestaciones eclosionan mediante rasgos dispares y diversos, hasta el punto de que tenemos dificultades para reconocerlos como síntomas o réplicas de una misma y única realidad: esa falta o carencia de lo amado e indispensable. La ausencia de lo extraviado puede horadar el alma, dejando tras