Las pérdidas son de una fisonomía supinamente elástica; sus manifestaciones eclosionan mediante rasgos dispares y diversos, hasta el punto de que tenemos dificultades para reconocerlos como síntomas o réplicas de una misma y única realidad: esa falta o carencia de lo amado e indispensable. La ausencia de lo extraviado puede horadar el alma, dejando tras
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Un reencuentro puede ser una dádiva que mitigue el dolor de rupturas bruscas e incomprensibles, de gestos del otro que no aprehendimos desde perspectiva alguna. También, puede devenir un esfuerzo de benevolencia por obviar parte de lo acontecido, cuando el otro ya no merece, quizás esos reproches que forcejean en nuestro interior, pero que enjuiciamos
La cuestión crucial sobre cómo se gestionan las pérdidas puede resultar un absurdo, si atendemos al hecho de que el hueco vacío, de quien o lo que ya no está, no puede ser más que sufrido. Sugerir que el tiempo desvanece la nada arraigada en nuestro interior es desmerecer la misma pérdida. También podríamos aproximarnos
La afición a la novela negra podría significar, en términos freudianos, la sublimación de nuestras pulsiones, de naturaleza inconsciente, o bien el reencuentro con héroes mediocres que consiguen resolver los casos turbios que se les platean. De cualquier manera constituye una forma de ocio que responde a necesidades nítidamente humanas y que desvelan, a su
Quien da su vida por otros, aparece sinceramente disponible ante las necesidades ajenas, no como un mesías sino, como alguien compasivo y empático que se niega a vivir prescindiendo de las injusticias. Y es que, solo servimos de reparación a otro desde la humilde capacidad de padecer y sentir con él, por eso la com-pasión
Llegamos a la existencia por azar, habiendo podido a causa de nuestra contingencia no existir, sin más –otra combinación genética hubiera prosperado- Pero una vez que nos hallamos inmersos en la lucha, ya no por no morir -que también- sino por vivir con plenitud el tiempo de existencia, tal vez descubramos que haber nacido no
Quien asevera que la reparación del daño parental no es posible, lo haga quizás porque la experiencia le indique que eso equivaldría a regalarle otra vida, opción ahora sí imposible.
Un principio básico de la justicia espontánea que brota naturalmente del humano, está recogido por ese sencillo refrán que reza “donde las dan, las toman”. En este intercambio primario que opera en las relaciones infantiles no se exigen más normas, ni jueces, que la presencia de unos progenitores que intervengan para modificar reacciones, que deben
El resentimiento, en contra de lo que escriben algunos –para observar un aspecto obviado por la tradición judeocristiana hay que leer a Nietzsche- no se incuba únicamente en las relaciones de amor. Bien, al contrario, el odio y el resentimiento pueden surgir como reacción contra quien debiendo amarnos y cuidarnos –relaciones parentales por ejemplo- nos
Hoy, día de todos los santos, para la Iglesia católica, anhelo poseer la capacidad de evocar a los auténticos santos, esos seres imperfectos tremendamente humanos que padecieron el dolor, todo dolor, el propio y el ajeno, con una actitud de lucha frente a las agresiones camufladas de otros; aquellos que con su fortaleza legaron el