El coraje de decir no se adquiere desprendiéndose del miedo a lo ajeno. Aquello real o imaginario que emana exigencias de lealtades infinitas y acaba apisonándonos el alma. Aprender a responder con un no, ante demandes insaciables o indignas, o simplemente contrarias a nuestro querer, es el acto más elevado de afirmación de la propia