[1] 9 Cioran, E. Del inconveniente de haber nacido. Ed. Taurus. 10 Cioran, E. Conversaciones. Ed. Fábula Tusquets
Etiqueta: Sentido
Ya no deseo la muerte. Se disipó ese impulso «tanático» que ha sido mi más fiel compañía, esa que me llevaba paradójicamente a no matarme, por saber que podía hacerlo -como decía Cioran-. Hay quien dice que el deseo nunca se extingue, sino que cambia de objeto. Personalmente, dudo que el deseo de morir no
“Toda la vida es un gran sinsentido. Y cuando uno se ha esforzado e investigado durante ochenta años, ha de admitir que se ha esforzado e investigado para nada. ¡Si al menos supiésemos para qué estamos en este mundo! Pero todo es y será enigmático para el pensador, y la felicidad más grande es haber
Un ruido distinto que atrae mi atención. Algo serpentea por la tierra como si dijera: “Vengo, pero no vengo” y, súbitamente Totó se presenta ante mí revoloteando el rabo y haciendo amagos de venir e irse. Qué nimiedad, ¿no? Pues, no. Siento como asciende el calor por todo mi cuerpo explotando de alegría porque Totó
El lugar propio es la forma concreta de habitar el mundo, simbólicamente, cuya plasticidad y flexibilidad es imprescindible para que no se rompan las costuras del espacio. Durante la adolescencia y la juventud, buscamos ese lugar hasta que lo hallamos y su vigencia es tan relativa como su sustancialidad. Somos individuos en tránsito que interrelacionados
Sobre por qué la Filosofía nos conduce permanentemente al límite, querría añadir alguna reflexión. La inquietud existencial de estar, sin saber el porqué, de desconocer qué hacer con la existencia, de sentir la carga de un muerto entre los brazos y paralizada no entender qué hacemos aquí, ni por qué, ni para qué, son motivos
Había recorrido muchos senderos, algunos extremadamente fangosos. Las piernas, el cuerpo entero se le había quedado pesado, dolorido, con las articulaciones secas incapaces de articular órgano alguno. Tanto anduvo que creía haber agotado todos los lugares posibles. Tan solo poseía conciencia del cansancio, que intentaba combatir con una voluntad que ya tampoco era tan férrea.
Abro los ojos al mundo nuestro de cada día, me levanto, percibo el cansancio profundo en cada poro de mi piel, desayuno y me voy recomponiendo algo de esa forma tan poco estimulante de despertar. Leo y escribo, escribo y leo y tras algunas horas mis neuronas se vuelven antisinápticas, por lo que aprovecho para
Me llaman Txell, Meritxell Palau. Lo expreso así, no por pedantería o porque me haya abducido un personaje del oeste americano, sino porque en rigor, todos sabemos que los que nos llaman son los otros. Excepcionalmente, uno puede proferir su nombre de manera retórica como una forma de animarse, o bien regañarse, o…pero propiamente no









