“La esperanza es lo último que se pierde” es una frase hecha[1], que se dice popularmente, cuyo contenido es paradójico. La utilizamos cuando no nos queda nada, y aún así queremos algo que nos consuele. Cumple, en este sentido, una función que elude la asunción de lo que hay, deseando algo que siempre esperamos porque
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Estos son dos de mis cinco sobrinos, ya curtiditos, no me atreví a poner fotos de mis cuatro sobrinillos/as pequeños.
Fuente de la imagen: https://www.conmishijos.com/actividades-para-ninos/cuentos/cuento-corto-de-la-caja-de-pandora-mitologia-griega-para-ninos/ Si desde los antiguos, por ejemplo, con Platón, los humanos han buscado comprender el mundo, es porque este no se muestra ni evidente como tal ni, excediendo lo epistemológico, tan soportable como desearíamos. Habitar un terreno árido, pleno de contiendas sin entender por qué y para qué ha constituido, quizás,
Revisión de un artículo publicado originariamente en LETRAS&POESÍA en 2019 A menudo reconocemos que la existencia parece estar “llena” si el sujeto tiene esperanza. Ésta acostumbramos a referirla de forma etérea, posibilitando que pueda contener diversos sentidos acaso por la dificultad de concretar: ¿qué espera el que espera? Esa tonalidad verdosa que asociamos a la esperanza puede
Todos tenemos, alguna vez, sueños que apelan a la consecución de lo imposible. En algún rincón de nuestra mente reside ese irracional deseo que fluye en nuestras construcciones oníricas cuando más desprevenidos estamos o, tal vez, cuando más impotencia sentimos. Por muy pragmáticos que seamos, y por muy contundentes que nos mostremos en la negación
Desearíamos, tan solo, un poso fructífero derivado de la acumulación de esas breves y tenues vivencias que sustancian el alma. Anhelamos que emergiendo de la tragedia cotidiana restara algo, ni que sea invisible pero sí perceptible por algún sentido oculto de nuestra mente, que vigorizara las ganas de permanecer en este averno en el que
Se puede palidecer a causa de espantos diversos: un virus inoportuno que sacude nuestro sistema inmunológico, un acontecimiento moralmente execrable …y también por un estado de temblor nuclear, ante la incertidumbre de qué hacer con ese pálpito que cobijamos en las cuencas de las manos que denominamos vida. Sea como fuere, lo que socava nuestro
El supuesto de un ser, un en sí mismo y auténtico que difiere de su manifestación o su aspecto que tiene su origen en Grecia, ha ido reformulándose a los largo de la historia del pensamiento en términos fenomenológicos, en principio más congruente con la convicción de es el sujeto quien elabora su objeto de
Nunca des por consumido aquello que no haya llegado con certeza a su fin, porque hay residuos de los que puede resurgir, con empoderamiento, lo que se nos antoja extinto y agotado. Allí donde resta un ápice de voluntad puede rebrotar fortalecido ese querer “algo”, ya que la voluntad es intencional, y la intención un
Hay “aires difíciles” como aseveraba Almudena Grandes, pero también soplos compasivos o empáticos –término menos contaminado por la tradición judeo-cristiana- que se infiltran por los poros epidérmicos, persistiendo latentes y presentes, para renovar beneficiosamente nuestra percepción de la existencia y generar un cierto atisbo de esperanza. Quizás no sea sino un espejismo, una ilusión, una