Revisión de un artículo publicado originariamente en LETRAS&POESÍA en 2019 A menudo reconocemos que la existencia parece estar “llena” si el sujeto tiene esperanza. Ésta acostumbramos a referirla de forma etérea, posibilitando que pueda contener diversos sentidos acaso por la dificultad de concretar: ¿qué espera el que espera? Esa tonalidad verdosa que asociamos a la esperanza puede
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Todos tenemos, alguna vez, sueños que apelan a la consecución de lo imposible. En algún rincón de nuestra mente reside ese irracional deseo que fluye en nuestras construcciones oníricas cuando más desprevenidos estamos o, tal vez, cuando más impotencia sentimos. Por muy pragmáticos que seamos, y por muy contundentes que nos mostremos en la negación
Desearíamos, tan solo, un poso fructífero derivado de la acumulación de esas breves y tenues vivencias que sustancian el alma. Anhelamos que emergiendo de la tragedia cotidiana restara algo, ni que sea invisible pero sí perceptible por algún sentido oculto de nuestra mente, que vigorizara las ganas de permanecer en este averno en el que
Se puede palidecer a causa de espantos diversos: un virus inoportuno que sacude nuestro sistema inmunológico, un acontecimiento moralmente execrable …y también por un estado de temblor nuclear, ante la incertidumbre de qué hacer con ese pálpito que cobijamos en las cuencas de las manos que denominamos vida. Sea como fuere, lo que socava nuestro
El supuesto de un ser, un en sí mismo y auténtico que difiere de su manifestación o su aspecto que tiene su origen en Grecia, ha ido reformulándose a los largo de la historia del pensamiento en términos fenomenológicos, en principio más congruente con la convicción de es el sujeto quien elabora su objeto de
Nunca des por consumido aquello que no haya llegado con certeza a su fin, porque hay residuos de los que puede resurgir, con empoderamiento, lo que se nos antoja extinto y agotado. Allí donde resta un ápice de voluntad puede rebrotar fortalecido ese querer “algo”, ya que la voluntad es intencional, y la intención un
Hay “aires difíciles” como aseveraba Almudena Grandes, pero también soplos compasivos o empáticos –término menos contaminado por la tradición judeo-cristiana- que se infiltran por los poros epidérmicos, persistiendo latentes y presentes, para renovar beneficiosamente nuestra percepción de la existencia y generar un cierto atisbo de esperanza. Quizás no sea sino un espejismo, una ilusión, una
Quien renuncia a desear se entierra lentamente en la desesperanza y la nada, porque los deseos son impulsos vitales que nos hacen sentirnos y querernos vivos para la consecución de lo anhelado. Si nos avezamos a la renuncia moralista –en ocasiones nada sustentada éticamente- vamos adentrándonos en la caverna donde aguardan los despedazados.
Aquella época en que se exigía lo imposible porque lo posible se daba por supuesto, sucumbió a fuerza de acontecimientos reales que a jirones desangraron la utopía de una sociedad, que ni se asemejaba a las comunidades hyppie en las que se aislaron. Pero no se puede negar que inspiran una envidia sana, una añoranza,
La esperanza, reducida a la expectativa en nuestros tiempos, tiene tan corto alcance que ya sea satisfecha o frustrada está destinada al fracaso vital.