Carencia

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Desde las lágrimas ácidas vertidas ante la fragilidad del yo, tal vez intuyamos que esa naturaleza cristalina se emparenta con la carencia, la falta de algo que cubre una necesidad. Así, la penuria en la que sucumbe el yo, como si de arenas movedizas se tratara, es la inconsistencia de su estructura cuyo fortalecimiento, por cuanto partimos de una desestructuración profunda, sería como llenar vacíos cuya esencia es estar agujereados.

Carecer o estar privado de lo necesario hoy, no puede ser subsanado mañana, que tendrá sus propios afanes. Son vacíos cicatrizados que siempre llevaremos tatuados, testigos y señales de nuevas tormentas.

 

 

 

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