Algún día tenía que ocurrir. Algún día el peso de las cosas debía imponerse a la ligereza que aparentaban. Tan solo era preciso el gesto de quien dirime lo importante de lo efímero, e interceda con decisión y contundencia para que se diluya la apariencia efímera. Solo son necesarias unas palabras, ciertamente era todo tan fútil.