Solo en el silencio murmuran los quejumbrosos gemidos de la orfandad de sentido. Acaso, sea el ruido la fuga más común de los que carecen incluso de conciencia del trágico desatino de existir. Neutralizando el estruendo aumentamos el riesgo de renunciar a ser, por ello entronizamos un sistema raudo, ligero y antídoto de cualquier atisbo de autoconciencia. Éramos animales que aspiramos a ser ciborgs, habiendo mascado la tragedia de ser humanos.