¿Hay alguien más? -sobre «Dios»-

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Me sorprende y a la vez me intriga que haya intelectuales que desarrollen discursos inacabables sobre “Dios”. En particular filósofos que considero de enjundia y cuyas reflexiones en otros aferes son admirables, al margen de que se pueda o no disentir en algunos aspectos.

El caso es que siempre me he preguntado ¿de qué hablan? ¿por qué conforme su relato avanza dan ya por establecida la realidad o existencia de algo así como “Dios”? ¿Cómo pueden afirmar con esa contundencia que Dios se manifiesta en los marginados, excluidos y los que más sufre? ¿De verdad que hay un “Dios”, cuyas cualidades son un enigma -como su propia realidad- que quiere que le busquemos en la miseria y desgracia, ¿en la más terrible de las situaciones humanas?

Pensándolo y repensándolo no hallo respuesta a ese misterio. Porque si creen en un “Dios” que aparece en su ausencia, la respuesta es menuda estafa de divinidad. Los desamparados no necesitan ser la muestra de nada trascendente porque están prisionero de la inmanencia de una materialidad que los deshumaniza. ¿Cómo creer en un Dios que se siente realizado en esas condiciones? Los que más sufren, siguen sufriendo y que nadie les sugiera que su padecimiento es la evidencia de que está ausente un Dios que ama al hombre, porque ciertamente me remite al opio del pueblo marxista, ahora teñido de una sofisticación cristiana que, tras un triple salto mortal, ha conseguido que el martirizado por el sistema se sienta el elegido porque él es la clara manifestación de que nos falta Dios. ¿Y no sería mejor, más compasivo y misericordioso, por parte de ese “Dios” manifestarse en los que sustentan ese sistema de explotación y desahucio de la existencia de los más desfavorecidos y que se evidenciara poniendo trabas a los que deshumanizan a los otros? Creo que sería más efectivo y beneficioso para los que más necesitan de la presencia de ese Dios y, por cierto, tal vez más creíble.

Las desigualdades, injusticias y matanzas entre humanos se explica por el ejercicio de la libertad de estos, así es que quién puede adherirse a la creencia de que eso manifiesta la ausencia de “Dios” porque si estuviese presente en los corazones humanos eso no sucedería? Sinceramente, mi cerebro me hace chiribitas cuando leo o escucho discursos de este tipo, y lo primero que me viene en mente es que esos grandes teóricos o bien han buscado un relato que les sirva a ellos mismos para soportar el mundo putrefacto en el que vivimos, o nunca se han encontrado en una situación de desamparo límite, porque si esto último les hubiera ocurrido seguramente se les pondrían los pelos de punta al escuchar semejante teoría sobre el modo en que “Dios” se hace presente en el mundo.

En resumen, para eso no necesitamos invitar a Dios a esta orgía macabra, porque los humanos nos bastamos solos para devastar nuestro mundo y a nosotros mismos.

Pues algo así como lo que el inigualable Eugenio expresaba en su chiste del eco….

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  1. Steiner lo llamaba nostalgia del absoluto. Necesitamos ilusiones y sustituimos unas mitologías por otras, no importa lo racionales que se presenten algunos. Y nos mentimos a nosotros mismos para darle algo de sentido a lo que, si se piensa, no puede tenerlo de ningún modo.

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  2. «Cuando era ciego y sordo -porque así nací y no me dejaban salir por miedo, supongo- no sabía que existía algo. Sólo me experimentaba a mi mismo. Entonces empecé a experimentar levantarme y avanzar en la obscuridad. Para imaginar que eran esas cosas con las cuales chocaba o me lastimaba. Tenían distintas formas y le di en mi imaginación distintos nombres. Hasta que lograron o logre comunicarme con otros. Si no hubiese hecho la experiencia en esa obscuridad y silencio absoluto,no habría conocido nada ni hubiese sabido quién era yo.» En el silencio absoluto, escuchar absolutamente y esperar infinitamente. SIn quedarme con la razón, sin compadecerme ni creer todo lo que los demas me decian o comunicaban, ahí supe que el que busca, encuentra. El que interpela aún insultando, se rompe la cara. Una experiencia subjetiva que no implico proyectar ni mi yo ni nada. Es sólo hacer la experiencia.»

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