(…)Si es verdad que el mundo pide ser transformado es porque hay un sentido en la realidad que pide acontecer; pero si es verdad que ese sentido pide acontecer, es que su advenimiento se ve impedido de alguna forma. (…) He aquí, pues, por qué filosofar: porque existe el deseo, porque hay ausencia en la
Etiqueta: presencia
Padecemos la ausencia ineluctable, porque es lo único que –paradójicamente- hace presente lo perdido; recuperando con ese agudo dolor la imagen, el recuerdo vívido de quien se alejó, casi sin mirar atrás. Y anhelamos, ansiamos cualquier gesto que sea un indicio de que seguimos existiendo, para quien se tornó lo ausente.
Hay quien necesita aferrarse a cosas para mantener vívidos momentos, recuerdos; como si al simbolizarlas en algo material se exteriorizara la presencia de lo que fue y no está más que como sombra lívida en nuestro interior. Una veneración excesiva de la cosa que puede derivar en un fetichismo vacío.