

Desde que se inició la pandemia, he tenido noticia de, al menos, dos libros publicados por filósofos españoles sobre la fragilidad o la vulnerabilidad. En el caso del pensador Josep Maria Esquirol su ensayo titulado “Humano, más que humano. Una antropología de la herida infinita”[1] y, aún en pre-venta, “Vulnerabilidad” del profesor y pensador Miquel Seguró[2]. Respecto de este último aún no he tenido el placer de ojearlo y adentrarme en su contenido, pero sí en el libro de Esquirol.
Mientras que la presentación sucinta que hace Seguró de su ensayo atañe a las cuestiones clásicas de la filosofía, tanto metafísicas como políticas, no deja de ser curioso que la indagación sobre este aspecto, connatural al ser humano, sea indagado tras la pandemia que nos ha azotado. Intuyo, y tal vez me equivoque que esta preocupación haya surgido de experiencias de infinita vulnerabilidad que el autor ha querido repensar desde la tradición filosófica.
Por su parte, Esquirol explicita en su ensayo que este es un diálogo con Nietzsche, en relación con el sentido negativo que el filósofo alemán le dio a su expresión “humano, demasiado humano”. Es obvio el paralelismo entre ambos títulos, mas mientras Nietzsche se lamentaba de esa humanidad frágil, que carecía de una voluntad de poder y querer la vida en todos sus aspectos, Esquirol le da una vuelta de tuerca y, por ello, sustituye el adverbio “demasiado” por el comparativo “más que”. Esto no es un mero juego lingüístico, sino que manifiesta que aquello que profundiza en lo nuclearmente humano, para Nietzsche era excesiva debilidad, mientras que para Esquirol supondrá más humanidad, en el sentido de lo más genuinamente humano y por ello algo a querer; porque amar nuestra condición es amar al otro. En palabras del propio autor:
“En la debilidad, en lo humano, en la vulnerabilidad…en este demasiado que, en verdad, es un más, late el pulso de la verdad” (pg.12)
Este pulso reside, en parte, en la comprensión de que el humano está más vinculado con la responsabilidad radical que con el poder. Es decir, que una civilización más humana lleva a hacer del mundo una casa[3], huyendo de la lucha por el poder, ya que la fortaleza reside en el sentido.
Puede ser que me esté aventurando, porque explícitamente me parece que la pandemia planetaria no aparece en ninguno de los dos ensayos, pero el esfuerzo por rescatar ese aspecto —la fragilidad o vulnerabilidad— del humano, tan denostado durante siglos, causante de la exclusión social de muchos, me inclina a percibir que en estas reflexiones hay un antes y un después de la pandemia —o lo que esta implica en relación con la experiencia de muerte—.
Ahora bien, no estoy sugiriendo en ningún momento un oportunismo por parte de los autores, sino que mi propósito es resaltar ese arraigo que debe tener la Filosofía en la vida. Motivo por el cual una experiencia devastadora para muchos y única para todos —por el momento— no puede dejar de fluir en las reflexiones que el filósofo, desde esa distancia forzada del acontecer, realiza porque bulle y late insistentemente en todo cuanto lee, indaga y hace.
Gracias a ambos por ofrecernos estos ensayos que nos adentrarán en sendas no pensadas.
[1] Publicado en la editorial Acantilado. Barcelona 2021.
[2] Será publicado por la editorial Herder. Barcelona 2021
[3] Aquí es importante para aprehender el sentido que Esquirol le da al termino casa haber leído su ensayo “La resistencia íntima”
Cette pandémie je l’assimile à la trompette de la corrida. Elle ouvre une mise à mort qui pour l’aficianado suit un rite. Je crois à une cérémonie hautement philosophique qui ouvre un changement irréversible en tentant d’établir un ordre dans une absence de rigueur vis à vis du système sociétal.
Bonne journée à toi Ana
Alain
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Sí, la Filosofía debería templarnos y permitirnos recontruirnos desde la fragilidad que nos atraviesa. Gracias, Alan… Entiendo escrito el francés, pero no para escribirlo!
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Disculpa, Ana. La contraposición entre Esquirol y Nietzsche no podría recordar a la de Descartes y Hobbes, en cuanto para el primero el hombre es bueno por naturaleza, mientras que el segundo lo ve como un lobo para sí mismo? Muchas gracias por tu respuesta.
Otra cosa: edita el escrito; hay pequeños errores.
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Supongo que en lugar de Descartes, estás pensando en Rousseau que sí sería contrapuesto en la concepción que tú mencionas de la naturaleza humana. Sin embargo, no la percibo equivalente, ya que Esquirol entiende que cuanto más afloran las miserias del humano más profundamente se muestra, mientras que Nietzsche lo que pretende es mostrar que esa humanidad tal y como se ha construido en Occidente es una forma de sometimiento que debilita al humano…en este sentido entiende que lo humano -juedo-cristaino, occidental- debe ser superado. Además, quedaría inconcluso el asunto si no mencionara que Hobbes disuelve la voluntad del individuo en una voluntad suprema, mientras que Nietzsche apuesta por que esa voluntad de poder, de afirmar la vida y a uno mismo nos lleve a sostener la existencia con el dolor y el placer, sin abandonarnos al sufrimiento como cree que hizo el constructo humano de la tradición occidental. Gracias por la sugerencia de revisión!!!!
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Muchas gracias por la explicación, Ana! Y sí. Confundí a Rousseau con Descartes.
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A ti por leerme, reedité el texto!!!!
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