8M: VIVIR SIN MIEDO.

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Hoy se conmemora el día de la mujer trabajadora. Y se evocan unos hechos históricos en los que no voy a entrar porque cualquiera puede preguntárselos al Sr. Google. Cabe decir que trabajadoras han sido siempre todas las mujeres, con reconocimiento social o no de la tarea que realizaban; sin embargo, los hechos aludidos hacían referencia a mujeres que trabajaban en fábricas con una remuneración. De ahí la diferenciación.

Las nuevas generaciones desconocen – en su mayoría este hecho- porque hace ya tiempo que la fecha de hoy se convirtió en el día de la mujer, sin más; las coyunturas históricas marcan necesidades diferentes que pueden reconceptualizar lo que debe ser celebrado, y desde hace unos años sabemos que la ONU tiene un dietario con días internacionales para todas las contingencias que parecen requerirlos.

Lo problemático de la existencia de un día internacional de la mujer es, a mi juicio, triple: primero, el hecho mismo de que sea necesario un día que reivindique los derechos de las mujeres, como si no los tuviésemos ya legalmente otorgados por ser ciudadanas de pleno derecho; en segundo lugar, el lío que hay con la categoría mujer, ya que la diversidad de feminismos no se pondría de acuerdo entre ellos; y por último la cuestión de la violencia hacia las mujeres.

En relación con el primer elemento citado, es una auténtica anacronía que en las culturas occidentales —que son las que determinan estos días internacionales para concienciar a la población de la necesidad de luchar por las diversas causas— haya aún ciudadanos de derecho y de hecho, es decir, aquellos que siendo legalmente reconocidos como tales no ven de facto reconocidos sus derechos, este sería el caso de las mujeres: brecha salarial, el arraigo que aún tienen determinados roles sexuales, prototipos que cosifican a la mujer porque son la erótica de la publicidad que mantiene vivo el mercado; aunque habría que decir que el hombre se va incorporando paulatinamente a este tipo de cosificación, como si ese fuese el remedio para compensar el de las féminas, cuando lo que se clama es lo humillante de cosificar a cualquier humano.

En relación con el segundo elemento, la vaguedad de la categoría mujer se produce desde el momento en el que el movimiento queer mezcla la cuestión del feminismo con el movimiento LGTBI como si estuviésemos tratando de la misma problemática. Ambas merecen ser objeto de reflexión social y cultural para poner los medios que zanjen las desigualdades y los tratos discriminatorios, pero personalmente entiendo que son cuestiones diferentes, aunque en el movimiento LGTBI haya mujeres no es eso lo que sustancia al movimiento. Siguiendo la lógica queer, cualquier cuestión controvertida en la que haya mujeres podría ser fusionada con las reivindicaciones feministas, y esto no es más que generar confusiones respecto de qué es lo fundamental a reivindicar. ¿Esto significa que no hay aspectos de la sexualidad femenina relevantes? En absoluto; los hay, pero hacen referencia a las mujeres, aquellas cuyo sexo y género es femenino. La cuestión de las personas que naciendo con un sexo —porque sostengo que se nace con un sexo biológico, sino la teoría de la evolución sería el mito de Adán y Eva, y deberíamos sustituirlo por una teoría más científica— se sienten identificadas con otro, es un problema que pertenece al movimiento LGTBI. Pero insisto que mezclar desintegra la categoría de mujer, que no debe operar como un absoluto sino como un referente ya que formas de ser mujer, hay tantas como mujeres.

El último elemento para considerar, y quizás el más urgente hoy, es de la violencia contra las mujeres. Hay tipos de violencia que no dejan lugar a duda que se ejercen sobre la persona por ser mujer, como por ejemplo las agresiones sexuales. Estas se producen por parte de los hombres a las mujeres, por el hecho de ser mujeres; las violan, abusan y ejercen su poder, ya sea por mayor fortaleza física en general o porque acostumbra a ostentar más cargos de poder que utilizan respecto de las mujeres para someterlas a su arbitrio. La violencia en el seno de la familia puede resultar algo más complejo: hay muchos casos de un macho que siente que la mujer debe someterse a su voluntad y, si no es así, la doblega mediante la violencia física y las amenazas; y otros, tal vez los menos, en los que la persona es violenta en todos los ámbitos de su vida y, cómo no, en el seno familiar. Otro problema que no hay que menospreciar es el maltrato de los hijos para dañar al otro miembro de la pareja, la denominada violencia vicaria. Aquí, aunque los medios tienden a informar de la que los hombres cometen sobre sus hijos para dañar a sus mujeres, hay que reconocer que también hay casos más sutiles que quizás saldrán muy pocas veces a la luz, en los que la madre utiliza a los hijos contra el padre, y esto supone un atentado psicológico contra los hijos que pasan a ser meros medios para mantener el pulso o la batalla contra el otro. En este último caso también hay violencia vicaria, pero muy difícil de demostrar y de que alguien se dé cuenta o la identifique. Los moratones y magulladuras en los cuerpos infantiles son evidencias difícilmente contrastables con los daños psicológicos que una madre también puede cometer contra sus hijos. Lo que acabo de describir puede parecer resultado de patrones patriarcales de conducta, pero bien analizados veremos que las formas de ejercer el poder de hombres y mujeres en muchos casos son diferentes, en otros pueden ser casi idénticos. Obviamente en estas formas de violencia lo cultural tiene un papel muy importante, porque se reproducen los roles sexuales que la cultura ha ido adjudicando a unos y a otros. Mas en tanto que son fenómenos complejos no despreciaría cómo lo biológico ha influido, en cuanto la función reproductiva compromete totalmente a la mujer entre el embarazo y el amamantamiento y el hombre puede desaparecer sin más desde el momento de la fecundación. Entiendo que menospreciar estos hechos en cómo la cultural ha construido un sistema patriarcal puede ser un deseo, pero no sé si sería un análisis completo de la genealogía del patriarcado.

Para finalizar, mi voluntad es clamar por la mujeres maltratadas -por ser mujeres- y las que acaban siendo asesinadas. Hay más víctimas de la violencia machista que de ETA, dato que no se menciona nunca.  Y en último lugar luchar para erradicar el miedo con el que las mujeres salen a la calle sobre todo por las noches, hasta el punto de haber desarrollado estrategias de seguimiento por parte de amigos y familiares que no voy a desvelar ahora, no sea qua algún violador siga mi blog.

En síntesis y por urgencia: BASTA DE MUERTES Y DE AGRESIONES SEXUALES.

Plural: 5 comentarios en “8M: VIVIR SIN MIEDO.”

  1. Me gusta que hayas hecho hincapié en que una cosa es la vindicación feminista y otra la opción de cada mujer en cuanto a la forma de entender/expresar su sexualidad, que fue el argumento mantenido por el Partido Feminista en su controversia con IU.

    Un texto muy lúcido. Gracias, Ana.

    Salud.

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