Palpita con desazón la huella de tu ausencia que, como eterno retorno casi persecutorio, acontece en tu presencia. Una dicotomía punzante que des-cicatriza heridas, hirviendo de sangre a borbotones cual hemorragia infinita.
Ojalá fueses tan solo una descarnada pesadilla, que al abrir los ojos extraña y desconcierta por irreal y fantasiosa. ¡Desintégrate! ¡Huye! Antes de que mi rabia te devore troceándote a migajas, y de ti no reste nada más que la perturbación alucinatoria.
No se sana reabriendo llagas antiguas, sino integrando las cicatrices como la estética de la vida misma.
«No se sana abriendo las llagas antiguas, sino integrando las cicatrices como la estética de la misma»… Que gran verdad, mi querida Ana, gracias por compartir.
Un abrazo, cuídate bien.
Elvira
Me gustaLe gusta a 1 persona
Una gran verdad , por eso ignorada. Quizá porque todas las personas pertenecemos al clan de de la cicatriz. No queremos verlas ni siquiera sentirlas porque significaría enfrentarnos a nuestra vulnerabilidad. No estás sola, sino acompañada por mucha gente. Un abrazo
Me gustaMe gusta