Existe un fenómeno, no exactamente nuevo, que consiste en que lo real, en el sentido de lo que ciertamente sucede o ha sucedido, lo construyen los grandes medios de comunicación. Es esa cuña, conocida por muchos de si sale en la televisión existe, por lo que si no sale no existe. No entro en la invalidez lógica del enunciado, sino en que de facto fue una constatación hecha por analistas, sociólogos, filósofos y otros que aunaba el sentir popular respecto de lo que podía considerarse con certeza real y lo que no.
Con la aparición de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y sus desarrollos posteriores, los legitimadores de lo verdadero se multiplicaron para la opinión popular, creando paradójicamente desinformación, contradicciones y un caos mediático importante.
Hoy, quienes pretenden depurar a qué le dan credibilidad y a qué no, son casi detectives de las fuentes que expanden información por las redes y conciencias firmes de que todos los medios de comunicación nos transmiten una interpretación determinada de lo sucedido, nunca neutra y que responde a los intereses de quienes los financian. En las redes la cuestión es más compleja porque hay que distinguir entre quien escribe lo que le viene en gana, sin fundamento alguno, los que tendenciosamente generan determinados algoritmos para reconstruir la información, y los que intentan poner, al alcance de todos, versiones más objetivas, mostrando datos o hechos que se han escondido, ignorado o ninguneado.
Así pues, el panorama es muy complejo. Y actualmente más que nunca se requiere una cierta formación o un gran sentido común para dirimir con más o menos fortuna qué sí, o qué no, y con que podemos quedarnos como dato, información a partir de las cuales podamos ir hilvanando relatos tal vez alternativos.
En este contexto, aprovecho para cambiar parcialmente de tercio y preguntar a los grandes pedagogos de la nueva educación del S.XXI ¿Cómo creen que los niños y adolescentes en el berenjenal descrito pueden elaborar algo con sentido y convertir la información en conocimiento? ¿Con la orientación del profesor? ¿De cuál, de aquel que atiende simultáneamente entre 30-35 alumnos y que tiene las mismas dificultades que cualquier otro para discriminar la fiabilidad de la información? Seamos honestos y justos: los profesores proporcionan criterios de filtrado que ellos, según su espontáneo criterio, utilizan, pero no son inteligencias superiores a los que podemos estar exigiendo continuamente que sean expertos en todo. En primer lugar, porque son humanos como todos, y en segundo lugar porque no pueden especializarse, fuera de sus horas de trabajo obviamente, en educación sexual, psicología, drogadicción, uso de las redes sociales, sustituir la educación que correspondería a la familia, …y además impartir sus clases en contextos con una gran diversidad cultural, a menudo, y que encima los resultados de las pruebas PISA sean favorables, porque si no, los que fallan son ellos. ¿A quién se exige tanto hoy en día en sus profesiones? Un profesor está más exigido que un político, lo cual resulta sorprendente.
Retomando el hilo inicial, es fundamental añadir que en la base de todo lo expuesto hay un problema filosófico respecto de hasta qué punto es posible el conocimiento objetivo para los humanos. Entiendo como establecido que ese ideal epistemológico está ya descartado. El sujeto no puede captar los objetos en sí, sino para sí. Además, la experimentación científica es un entorno artificial creado por un equipo de científicos que pretenden falsar o verificar -esto último, en rigor, sabemos que es imposible- unas hipótesis que se han establecido en base también a intuiciones. La financiación de estas experimentaciones recae, a menudo, en manos de particulares, empresas, que esperan obtener unos resultados de los que, bien manejados, puedan lucrarse. Así que dejemos de DESMITIFICAR la ciencia que no es más que un conocimiento provisional -des/interesado-, y que está en continua revisión y recreación. Obviamente, hay actividad científica menos manipulada, pero esa encuentra muchas dificultades para prosperar y que se difunda.
Dicho esto, que los relatos que dan cuenta del mundo son narraciones con una intencionalidad implícita contribuye a que la voluntad de un sujeto por aproximarse a información lo más neutral posible sea una tarea casi heroica.
Los medios comunican, pero no informan, sino que ofrecen interpretaciones tendenciosas del mundo, con el fin de crear un estado de opinión que favorezca el control de los ciudadanos libres. Que el acceso a los medios sea universal y en este sentido favorezca la igualdad, no garantiza la libertad.
Cada vez parece más evidente que la libertad es un derecho que solo será ejercido por ciudadanos que en alianza se propongan desmantelar las falsedades y los engaños de los que somos víctimas. Aunque, no hay que ser optimistas, porque la condición humana se desnorta ante la erótica del poder, y bien podrá ocurrir que en ese afán de buscar transparencia las alianzas ciudadanas se enturbien tanto como aquello que pretenden esclarecer.
Has dado, creo yo en la diana de estas sociedades líquidas y ramplonas fácilmente manipulables. A mi edad y habiendo pasado 20 años en la Escuela Primaria y 10 años con orientador (desorientado) en la Secundaria, pues realmente no sé cual sería la estrategia. Tal vez lo primero sería desmitificar ese pensamiento escolarizado que hace a la Escuela y a los Profesores responsables de todos los males sociales, mientras que Familia, Medios de Comunicación, Organizaciones, Instituciones y líderes políticos y de opinión no asuman la responsabilidad de que ellos influyen, condicionan e intoxican la conciencia de los ciudadanos. Mi criterio siempre fue ayudar a mis alumnos a que aprendan a preguntar por todo, en todo y para todo, pero eso del PENSAMIENTO CRÍTICO Y AUTOCRÍTICO, así como la ÉTICA y en general la FILOSOFÍA, no vende y por tanto no sale en los Informes PISA. Aprender, por ejemplo, que nuestra civilización lleva décadas en crisis orgánica y que al paradigma de la dominación hay que oponer el paradigma de la liberación (Boff y Hathaway) es en este sentido indispensables. ¿Y cómo se consigue eso? Pues para empezar, tomando conciencia que la Educación (formal e informal) hay que cambiarla RADICALMENTE (desde sus raíces). Felicidades por tu artículo.
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