El despliegue de sucesos imprevistos nos hace temblar ante el miedo de no ser capaz de sostenernos, más que por no poder, de hecho. Esa ausencia de seguridad en la propia fortaleza y capacidad es la causa de la mayor parte de los declives humanos. No la debilidad en sí, por tanto, sino la flojera
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La fragilidad no es una carencia de ser, como tampoco lo es la debilidad, sino la consecuencia de una voluntad y un coraje que no han cedido ante la adversidad. Ahora bien, la fortaleza del hombre puede resistir, mientras se erosiona inexorablemente su salud física y mental, y es entonces cuando, confundidos, aseveramos que esa
“La idea del Eterno Retorno solo puede captarla plenamente quien padece varias enfermedades crónicas, por tanto recurrentes, y tiene así la ventaja de ir de recaída en recaída, con toda la reflexión filosófica que ello implica” Cioran, Desgarradura.Ed.Austral.pg.91. Bendita “ventaja” capta Cioran en lo recurrente de las recaídas por enfermedad crónica, para entender aquello que
Si la mayor gesta es vivir, debemos considerar la exigencia de tal acontecer y su consecuente distinción con el mero existir. La vida nos sugiere una voluntad de existir con dominio de sí, degustando los detalles del momento, como si troceáramos el vivir para exprimir el jugo de cada fragmento. Con horizonte o sin, vivir
“En la espera se manifiesta, se revela, la esencia del tiempo. ¡Qué superioridad la de haber dejado de esperar!”[1] El tiempo es un discurrir de sucesos que la espera, desde el momento que dignifica uno de ellos lo transforma en acontecimiento. Así, Cioran implícitamente sugiere que quien espera, vive en vistas a ese acontecer que
Quien sobrevive a una tragedia no solo se ve acosado por la culpa que conlleva el privilegio de haber superado el infierno, sino por la lacra del maltrato recibido, la humillación, el desprecio, el ninguneo y la desvaloración que se encarnan en un vacío crónico de amor propio y de sentido existencial.