«El gran aporte de la autora reside en sostener que la pobreza no es un no-ser unívoco, no es una mera privación de recursos o bienes materiales sino una afectación sobre el individuo que puede llegar al deterioro profundo del ser humano concreto considerado en su contexto existencial; toda vida humana tiene, en potencia, la
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Eso que llamamos mundo incluye una materialidad o una determinación física y, además, el cúmulo de sucesos que se entrelazan con más o menos fortuna para los individuos que lo habitan. Estos no son meramente pasividades sufrientes, sino agentes que interactúan con esos hechos y que manipulan esa materialidad buscando su provecho. Entre este devenir
Cautivos en un habitáculo mínimo, exacerbamos vanamente los abruptos azotes para ampliar el espacio. De tal forma que restamos en esta lid, magullados y amoratados de ejercitarnos en un absurdo esfuerzo, cegados por la convicción de que nuestra reclusión es externa. Hasta que exhaustos y mirando horizontalmente esa supuesta celda, nos sorprendemos ante un azul
Quien sostiene un grito desatado e intermitente está luchando contra el olvido del agravio padecido; es un gesto que, de facto, se rebela para ser reconocido en su diferencia y para no absolver al sistema diabólico, que planea sutilmente no solo la disolución del daño, sino del sujeto mismo que grita.
Desde una intimidad grata que solo puede lograrse allegando a los auténticamente queridos -sean los que sean ya que eso no debería estar escrito- la madrugada cobija descansos, apacibles suspiros y una solidaria y placentera concordia psicosomática. Dichosa dádiva esforzada con tesón desesperanzada, pero al fin merecida dádiva.
La fragilidad no es una carencia de ser, como tampoco lo es la debilidad, sino la consecuencia de una voluntad y un coraje que no han cedido ante la adversidad. Ahora bien, la fortaleza del hombre puede resistir, mientras se erosiona inexorablemente su salud física y mental, y es entonces cuando, confundidos, aseveramos que esa