Todo tuvo su inicio bajo los parámetros internos de un momento y un lugar imprecisos y difusos. El acontecimiento era en sí inviable, por estar sujeto a la rémora de quien abatido por la hierática y gélida actitud emocional, se oponía a ligámenes que hubiera debido asumir con la responsabilidad correspondiente. Así, de una ausencia
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Que de la dominación de la razón, derivemos el estado de locura, no es más que la sobrevaloración que la primera ha experimentado en los orígenes de la Ilustración, como aquella facultad superior en los humanos cuyo despliegue debe llevarnos al “ambiguo” progreso de la cultura. Aquella actitud o conducta que se desvía de la
Analiza Lopez-Petit en relación al tratamiento que de “la enfermedad” humana realiza Nietzsche: “La dialéctica salud/enfermedad se hace más compleja, porque la gran salud no es más que la alianza entre salud y enfermedad, si bien desde la hegemonía de la enfermedad .La gran salud se confunde, pues, con la enfermedad, pero una enfermedad cuyo
Quien renace a su locura, aunque sea mediante el delirio, se enfrenta a sus conflictos ocultos, que no obstante afloran sutilmente en la formar de ver y reaccionar ante el mundo.
Lo fantasmagórico fluctúa con lo real en una extraña dialéctica que deriva en conversaciones desplazadas sin significado para el otro. A eso denominan locura, sin captar que lo gestado simbólicamente manifiesta los miedos y angustias internas más auténticas del “loco”. Algunos solo lo sueñan, otros trasgreden los límites de lo onírico y lo funden o
El brote de la locura, no la lúcida sino la de descentramiento, se detecta cuando las emociones que lo embargan le son ajenas, extrañas –aunque muy propias tal vez- y no se reconoce en la tiranía de esas exigencias emocionales.
Hay poetas-como Alejandra Pizarnik- que se insuflaron tanto de vida que la desgastaron precipitadamente, y tuvieron que ponerle fin. Porque poeta es quien resigue la vida y hace de ella un poema que proclama lo raro y escabroso de ser uno mismo, en un mundo de iguales.
La locura es el punto de lucidez del sin sentido.
Resistir bajo el espesor del agua sin recibir oxigeno abasta un mínimo de tiempo, bajo el yugo de un sistema que cosifica y mercantiliza nos dota de algo más de margen antes de caer en la locura.
Acaso sea la soledad de mármol infranqueable, que incapacita para anudar lazos que templen, esa ausencia de calor vital lo que precipite muertes biológicas ante vidas ya inertes.