Poseídos por un denuedo desbocado, carecemos de la templanza requerida para bosquejar trayecto alguno. Y por ello somos arrastrados a padecer penurias del alma, que empobrecen y denigran, porque no decidimos, sino que actuamos como forma de desfogue de las impulsiones que podrían vigorizarnos, pero que por la ausencia de raciocinio nos abocan a situaciones míseras e indeseables.
¡Cuánta urgencia de evacuar lo que bulle internamente! ¡Qué prudencia más escasa en ese proceso de gaseosa explosión!
Acaso nos oprime tanto la existencia que desperdiciamos esa brizna de esperanza que germina de una razón bien aplicada. Siendo, finalmente, animales con cerebros atrofiados y raquíticos cuya potencia resta mermada y nimia.
Me identifico con el nombre de tu blog jaja
El ser humano es así, contradictorio, impulsivo, y desde luego en esta vida lo peor es dejarse llevar por esos impulsos que todos tenemos. Pero ¿qué hacemos sino con esos impulsos que nos atrapan el alma? Creo que todos deberíamos desfogarlos de una manera suave y sabia para que no nos opriman el alma.
Me gustaLe gusta a 1 persona