El alma se va des-almando a base de zarpazos a traición que la disuelven, la disgregan como partículas insignificantes que ya no constituyen nada. En el éter ondean sin sentido ¿Cómo puede tenerlo aquello que no es? Y la remembranza de Mainländer y su Dios suicida aletea incisivamente en mi mente. Quizás, somos simplemente los
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Desde mi atalaya del paraíso celestial, observo a los humanos: matanzas, injusticias, pobreza, explotación, …realidades erigidas desde el egoísmo, el ansia de poder, y la búsqueda del bien particular que creen que exige la acumulación de riqueza, porque solo esta otorga poder. Algunos actúan en nombre de un falseado interés general que siempre excluye a
Stefan Zweig en su obra Momentos estelares de la humanidad, se hace eco de una obra de Tolstoi Y la luz brilla entre las tinieblas, un drama inacabado por su autor, en el que en labios del propio Tolstoi se formulan estas palabras: “Pero yo no conozco el odio, no quiero conocerlo, tampoco uno dirigido
Poseídos por un denuedo desbocado, carecemos de la templanza requerida para bosquejar trayecto alguno. Y por ello somos arrastrados a padecer penurias del alma, que empobrecen y denigran, porque no decidimos, sino que actuamos como forma de desfogue de las impulsiones que podrían vigorizarnos, pero que por la ausencia de raciocinio nos abocan a situaciones
El alma por su precariedad adolece de estrategias raudas de reparación. Serpentea, huidiza y esquiva, inhibiendo la identificación del mal que nos aqueja. Un mal controvertido si sopesamos la tesitura que nos zarandea al cuestionarnos su naturaleza. No es, necesaria ni exclusivamente, un acontecer externo. Tampoco una podredumbre urdida a voluntad. Entonces ¿qué es y
Existen almas tangenciales que se cruzaran en un momento de la vida, sin más, otra paralelas que vivirán sin saberse, y otras proyectivas que, partiendo del mismo punto, se propulsarán manteniendo ese vínculo común que tal vez las mantenga unidas y autónomas.
Si el alma es lo real del humano, y no podemos constatar su presencia, somos una quimera insoslayable: acaso una necesidad espiritual que nos vincule a un dios, o un ansia de inmortalidad.