La inmortalidad es el simbolismo que deja tras de sí el rastro benéfico de las acciones, no solo de las palabras, de quien dio su vida por otros. Y dar la vida no significa literalmente morir, sino entregarse, sacrificarse ante el dolor y el padecimiento del Otro que necesita apoyo y luz en un tránsito desértico y árido. Precisamente para que su camino sea más fluido y pueda sentir en su piel esa luz que no deshidrata; al contrario, genera diversidad de colores epidérmicos que brillan como un arcoíris entre los nubarrones negros de las tormentas.
Aspirar a la inmortalidad es siempre una ambición a costa de otros —obviamente no hablamos de esa permanencia que produce la obra de arte y, por ende, del artista —. Aunque es cierto que hay una confusión dañina de hasta qué punto uno puede ser inmortal, ya que esta tiene lugar porque perduramos en la memoria de los que se han sentido auxiliados y compensados por el mal que padecían. En otros términos, por la bondad y generosidad que hemos desprendido.
Querer ser inmortal es un gesto egoísta de quienes no aceptan su finitud. Si la existencia, por las razones que sean, te aboca a una temporal inmortalidad que no sea por ambición, ni arrogancia, sino por la humildad de quien da, incluso aquello que cree no poseer, entonces burlamos a la muerte mientras fluctuamos por la mente de otros, con la gratitud inefable de ser recordados y re-traídos a la vida.
Así, parece que fracasa quien busca una inmortalidad a menudo falaz por autocomplacencia. Por el contrario, aquel que no persigue nada, halla el néctar jugoso de seguir viviendo en la muerte, plácida y gratamente por el reconocimiento ajeno, que se niega a dejarte ir en soledad hacia la tiniebla. Y es que esa inmortalidad no tiene lugar en nuestra conciencia, sino en la conciencia de los otros y perdura mientras ellos existan.
Es la finitud lo que hace interesante y valiosa la vida…besos al vacío desde el vacío
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Al menos la hace más soportable. si esto fuese por toda la eternidad sería «para morirse»
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Perdurar en la conciencia de los otros. Es otra forma de inmortalidad. Pero recuerdo a Bolaño, que en una entrevista decía que todos, incluso los más célebres de la Historia, dejarán de ser recordados. El olvido es nuestro destino y la idea de inmortalidad es una lucha perdida de antemano. Y es, en efecto, la idea de finitud, de límite como le gustaba a Trías, lo que da sentido. Vivir para siempre, ¡qué pereza! Con saborear el tiempo que estemos aquí, ya es bastante.
Hace tiempo escribí algo sobre la inmortalidad: https://theconversation.com/tiene-sentido-el-sueno-de-la-inmortalidad-digital-113810
Saludos,
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Gracias por tu comentario y el enlace de tu escrito!!!! De acuerdo con lo que dices
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