Que no hay verdades absolutas se evidencia en el hecho de que nadie ha podido dar con una. Ahora bien, que nadie haya dado con una sola verdad absoluta no demuestra que no las haya, sino que son inalcanzables para nosotros. De lo cual se sigue que no nos afecta que las haya o no, porque no forman parte de nuestra constelación conceptual manejable con rigor.
Esta emulación del argumento de Epicuro para sosegar a sus contemporáneos ante la muerte nos sirve para asumir que, haya noumeno kantiano o no, nuestra única opción es vivir en base a lo que podemos conocer, aunque no se ajuste a lo en sí -si es que hay algo así-. En consecuencia, nuestros enunciados sobre el mundo deben poseer ese carácter de provisionalidad, estar sujetos a diálogo y a ser, inclusive, negados. Y es que el decir sobre lo cambiante y mutable no puede ser definitivo, ya que no hay un estado de las cosas definitivo. Esa quietud o estancamiento e inmovilidad de la cosa solo se produce cuando ha finiquitado. Pero entonces, poco tenemos ya que decir que no sean percepciones que tuvimos de esas cosas o de esos fenómenos cuando fluían. Y aquí, vuelve a aparecer la disparidad de enunciados.
Por lo tanto, la conciencia de que cuanto decimos del mundo es relativo a nuestro lugar en él, a nuestra subjetividad no puede ser perdido de vista, sobre todo para no caer en fundamentalismos. Esta flexibilidad respecto de lo supuestamente verdadero no impide que haya una cierta objetividad compartida, contrastada intersubjetivamente. Por ejemplo: “hay individuos que pasan hambre en el mundo”. No creo que nadie, en sus cabales, niegue esta aseveración, sin embargo, el intento de establecer las causas de la pobreza vuelve a ser controvertido y, por ende, la búsqueda de estrategias para paliar esta situación.
Con plena conciencia de la complejidad, tanto del diálogo como del consenso, sobre situaciones que reclaman respuestas urgentes porque estamos hablando de personas a las que les va la vida en ello, un grupo de pensadores de diversas procedencias, tanto académicas como de países del mundo, intentaremos analizar en profundidad la cuestión y urgir a los gobiernos y organismos internacionales a que asuman de una vez por todas el problema de la pobreza como una prioridad. Puede que sea un voz más que clame en el desierto, pero pretendemos que sea una voz plural y diversa que, aún así, coincidan en la terrible penuria en la que se hallan millones de personas que no poseen una vida digna. Y no porque no tengan móvil o cualquier otro artefacto de los que muchos gozamos y tenemos incorporados en nuestras vidas, sino porque no tiene nada que llevarse a la boca, nada. Y esto es el mínimo de los mínimos para que alguien pueda hacer de su existencia, vida.
Por eso, invitamos a todos los que estéis sensibilizados por la urgente erradicación de la pobreza al Congreso sobre Filosofía Política y Pobreza que tendrá lugar los días 6, 7 y 8 de febrero en L’Hospitalet de Llobregat -Barcelona- en la biblioteca Central Tecla Sala.
El lugar del congreso, sito en el barrio de la Torrassa, es también una opción para discurrir sobre los problemas en el corazón de los problemas mismos. Podríamos haber elegido, obviamente, muchos países y barriadas que son una muestra candente de lo que denunciamos, pero, en cualquier caso, este es uno de esos lugares en los que la pobreza se ha arraigado con las consecuencias que eso conlleva.
Empezaremos el Congreso con la explicación y el reparto del MANIFIESTO CONTRA LA POBREZA EN EL MUNDO, que hace tiempo ya han firmado un número significativo de filosofers o no, pero que tienen un contacto directo con este problema. Los que deseéis, tendréis la ocasión de sumaros estampando vuestras firmas.
Os esperamos, ya sea como asistentes o ponentes, para lo cual os rogamos que cumplimentéis el formulario que aparece en la convocatoria en el archivo adjunto, por razones organizativas. El acto que dura tres días es GRATUITO.
