¿Demasiado o más humano? Nietzsche y Esquirol.

Un comentario

Ser humano, demasiado humano[1] o ser humano, más humano[2], esta es la cuestión. La primera caracterización del humano es, como sabemos, el título de una obra de Nietzsche que subtituló “un libro para espíritus libres”. ¿De qué debía liberarse el humano? De ese modelo forjado por la cultura judeocristiana que hacía de él un ser débil, frágil, sometido y desbordado por el dolor que implica vivir. Dicho, en otros términos, del romanticismo de su época que fundamentado en la metafísica ensalzaba el sufrimiento casi como la condición del humano.

De ahí que, Nietzsche pretenda desde su propia experiencia interior realizar una transvaloración en la que la fortaleza, la capacidad de reírse de los propios dolores y esa vitalidad dionisiaca que le lleva a sostener el dolor que implica vivir, con la misma entereza que el goce y el placer que están también presentes en la vida. Esta última es dinámica, fluctuante, una lucha de contrarios entre lo apolíneo y lo dionisiaco que no exige síntesis alguna, sino celebración, y, por ende, aceptación. Ser demasiado humano es, entonces para Nietzsche, dejarse someter por una metafísica y una moral que nos victimiza continuamente, desarmándonos de la propia potencia de afirmar la vida con todo lo que esta comporta.

Por su parte, Esquirol, identifica lo humano con la afectabilidad, con la aceptación de que somos vulnerables, de que nos necesitamos unos a otros y de que esta es la auténtica condición humana. De hecho, el subtítulo de su obra es “Una antropología de la herida infinita”, de la que el autor intenta dar cuenta a lo largo de su ensayo. ¿Quién es el ser humano?, cabría responder: el de la piel más fina. Delgadez, debilidad y ternura: en ellas reside la excelencia del humano (Esquirol, 2021:57). O sea:

“Ser humano implica haber alcanzado un grado elevado de apertura que la línea ascendente de la sensibilidad, de tan alta, se curva hacia abajo y se repliega sobre sí misma, dando lugar a más anchura, a más profundidad. Sensibilidad, pues, altísima y honda. Un sentir redoblado: he aquí lo humano. El repliegue del sentir, afección máxima, justo por la profundidad y por la doble línea del repliegue, es una especie de reflexibilidad radical: siento que siento, inevitable y maravillosamente.” (Esquirol, 2021: 61)

Así, aunque el libro del J.M. Esquirol sea un guiño, aparentemente correctivo, de la expresión nietzscheana, es una manifestación materializada con una reconversión a consecuencia del diferente contexto en el que pensaron uno y el otro. Nietzsche percibió que lo humano se achicaba, se minimizaba y vio la urgencia de transvalorarlo, recuperando esa voluntad, ese poder, esa autoafirmación de quien no depende más que de sí mismo, y que es capaz de sostener la vida en todas sus vertientes. Por su parte Esquirol, en un contexto en el que lo tecnológico y científico se impone como el único referente, se ve urgido a reestablecer lo más genuinamente humano: el sentir. Y aquí no hay diferencia sustancial entre uno y otro. La reconceptualización nietzscheana del humano está llamada a apartarlo de su servitud a una metafísica y una moral que los convierte en esclavos, y por ello apela a los espíritus libres: que sienten, odian, aman, gritan bailan, y se sobreponen al dolor aceptándolo, sin victimizarse. La reconceptualización de Esquirol atiende a recuperar lo sensitivo, afectable y vulnerable que constituyen el núcleo del humano, y cuyo olvido nos des-humaniza.

Ser humano es ser un espíritu libre que se desliza por la herida infinita de no ser dioses, aunque desearíamos serlo, en el sentido de que la profundidad que nos caracteriza nos permita alcanzar, tocar esa infinitud que se nos escabulle.


[1] Nietzsche, F. Humano, demasiado humano. Ed. Tecnos, aunque hay múltiples Ediciones y si no podemos leer la obra en alemán es importante que el traductor sea un especialista en el autor.

https://www.youtube.com/watch?v=hh1-rhbrsCo Interesante documental sobre la vida y la obra de Nietzsche.

[2] Esquirol. J.M. “Humano, más humano” Acantilado.



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