Ser humano, demasiado humano[1] o ser humano, más humano[2], esta es la cuestión. La primera caracterización del humano es, como sabemos, el título de una obra de Nietzsche que subtituló “un libro para espíritus libres”. ¿De qué debía liberarse el humano? De ese modelo forjado por la cultura judeocristiana que hacía de él un ser
Etiqueta: Pasión
No escribimos por voluntad o, dicho de otra forma, cuando lo hacemos el resultado carece de alma, y esta debe palpitar en cualquier escrito, ya sea literario, filosófico, poético, …Sin ese espíritu que nos anima, que nos mueve a, que constituye el reflejo de un interior vivificador, ninguna palabra, ni texto escrito llega realmente a
Somos la alborada fracasada de nuestro querer. Vagamos tironeados entre lo que deseamos, nuestra pasión rabiosamente inmediata, y esa voluntad frágil que aspira a ser. ¿Por qué someternos a ese querer, a veces, tiránico con nuestra inercia al propio desahucio? No hay imperativo que nos obligue a tan alta aspiración más que nosotros mismos, a
Evacuar lo escatológico que se pudre en las entrañas, puede ser una expresión soez y zafia, o una metáfora o imagen de cuanto contenemos en nuestro interior de despreciable, y en consecuencia de la necesidad de expelerlo con prontitud. Porque, nos agrade o no, todos incorporamos lo bello y lo siniestro a lo largo de
El amor emerge como un brote cetrino enraizado, expelido desde las entrañas, sin que intervenga en este afer razón, ni voluntad. No obstante, esta conexión, volviéndose añeja, debe ser revitalizada y abonada por un acto de fidelidad –para nada hablo de sexo- que ponderando lo vivido, exige un querer preservar un vínculo auténtico que, oscilando
Aguardamos instantes excepcionales y atípicos para que resurja la pasión, el entusiasmo, el frenesí, en un discreto intento de depositar el arrebato de vivir intensamente en lo que acontece. Pero, aun cuando lo externo nos reconforta con una apacible dotación benévola, es la forma en la que filtramos subjetivamente lo sucedido lo que concede un
La contradicción fundamental de la que adolece la ética estoica se hace evidente por añadidura en el hecho de que su ideal, el sabio estoico, no presenta en su descripción vida alguna ni verdad poética: es un muñeco rígido e inerte con el que no se puede hacer nada, ni él mismo sabe qué hacer
La pasión no es nunca compasión, ésta puede exigir gestos desapasionados.