Categoría: Anagramas

Mirada sin filtros.

Sin luz, no hay mirada, y ésta resta anulada mientras anhela huir de la oscuridad. ¿De dónde proviene la luz? Muchos dijeron durante siglos que su origen era la Razón, capaz de iluminar con su sesgo lógico-conceptual cuanto aparecía a los sentidos. Hoy, vamos constatando que más que aprehender el mundo la racionalidad la aprisiona,

Seguir leyendo

Distancias.

Habitamos lugares propios, cada uno el suyo. Me acerco y te alejas, te aproximas y me distancio; ese juego cómplice de necesidades de no invadir y no sentirse invadido nos fuerza a recrear armonías y disonancias continuamente. Los tiempos cambian y la posibilidad de compartir espacios también. Eso no constituye un fracaso, sino la contundente

Seguir leyendo

Fugarnos, siempre fugándonos.

Me fugo, pletórica en la fugacidad que nos/me acontece. Y no es que esté anunciando una huida, en el sentido ordinario del término, sino un deseo de seguir siendo transformación continua que ignora en qué sentido o hacia dónde va. Una transfiguración sin telos, sin propósito ni fin. Dinamismo de no ser nunca quietud como

Seguir leyendo

El fantasma incondicional.

Imagino, porque puedo, quiero y me arrastran mis emociones, un ser casi fantasmagórico nebuloso, poco definido, pero aplastantemente presente, en el cual voy depositando mis detritos. Necesitamos de esta función simbólica para metabolizar lo que se resiste a ser digerido y evacuado. Así, este ser del que me he apropiado, y que sin mí no

Seguir leyendo

Grabado a fuego.

Todos llevamos, a pesar de los años, ese niño interior en el que se fue grabando a fuego una geografía emocional. La orografía depende de la experiencia que se va forjando, unos presentan gran variedad de montículos y grandes promontorios, otros se asemejan a planicies cubiertas por un manto de hierba, aunque pueden estar compartimentados

Seguir leyendo

El tiempo como escultor.

El tiempo, ese gran escultor que va cincelándonos como singularidades pétreas, a veces solo son muescas, otras, relieves que nos configuran, pero siempre resta el grabado de los instantes que nos pertenecen. Y en ese umbral de lo esculpido cada uno gesta, junto a los tiempos, esa contingencia que nos constituye. Así, somos el ayer

Seguir leyendo