Imagino, porque puedo, quiero y me arrastran mis emociones, un ser casi fantasmagórico nebuloso, poco definido, pero aplastantemente presente, en el cual voy depositando mis detritos. Necesitamos de esta función simbólica para metabolizar lo que se resiste a ser digerido y evacuado. Así, este ser del que me he apropiado, y que sin mí no
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Cuando nos proponemos escribir un libro sentimos una convulsión que no es más que el síntoma de ciertos caos interno. Poseemos ideas deshiladas, nihilistas -en el sentido etimológico del término- que debemos esforzarnos por ordenar de manera que sean comprensibles o, por el contrario, en lugar de un libro, nos veríamos exigidos a escribir una
Es muy difícil describir una emoción. El lenguaje no alcanza allí donde lo que se impone es una vivencia única. No obstante, disponemos de recursos como la metáfora, los símiles y otras formas de aproximarnos a lo que se resiste a ser, simplemente, dicho. Intentar, por ejemplo, expresar la tristeza, y lograr que quien lo
“(…) La ignorancia se retira, a menudo, al santuario del silencio, el defectuoso encuentra ventajas callando, ya que el silencio lo transforma en un personaje misterioso. Además, hay que evitar hablar aún con más motivo, ya que un corazón sin secretos es una carta abierta (…)[1] Solamente quien posee conciencia de su ignorancia actúa con
La escritura nos permite traspasar los límites que en la existencia no somos capaces de traspasarlos. Esta impotencia puede tener diversas causas: no considerar licito hacerlo, tener miedo a cruzarlos, no poseer la claridad suficiente para discernir si queremos o no cruzarlos. Sin embargo, la literatura es ese ámbito en el que la libertad de
Las diversidades de formas literarias constituyen expresiones de la variedad de experiencias del autor. Y esta solo se da propiamente donde tiene lugar la aprehensión, la captación intuitiva de lo vivenciado, que permite dar sentido y hacer comprensible lo realmente acontecido. Así, aquello que conforma el bagaje vital de quien escribe se refleja, proyecta o
Mientras se desplaza suave y sigilosamente un oceánico silencio, yacemos sujetos a la exposición de lo siempre cautelosamente negado, por pudor, por inconsciencia o cobardía; sean cuales sean las causes de esta ausencia de lo genuino y propio -aunque quizás no apropiado- de esta mengua anuladora, necesitamos remojarnos en las aguas infinitas de ese mar
Aunque, como ha constatado algún filósofo, no tengamos nada relevante que decir a la humanidad, si, de hecho, seguimos deslizándonos como surfistas por el oleaje lingüístico, es porque el humano necesita verbalizarse para saberse siendo e intentar comprenderse. No haga falta, quizás, que nuestro decir convulsione el mundo, porque hay momentos en que lo que




