Ser madre es saber estar con la intensidad requerida en cada instante, sin excesos ni defectos. Una condición fluctuante y corporeizada que entre armonías y desarmonías invita a un baile nuclear.
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La casa materna siempre estuvo en ruinas. Funcionó como un útero eficaz para hacer posible la vida, pero desde el momento en el que los recién nacidos vieron la luz, todo se volvió oscuridad, una espesa niebla irrespirable en la que los bebés aprendieron a sobrevivir. Una madre con cuerpo, pero ausente. Ensimismada en su
El esfuerzo, la dedicación, el desvelo, con plena conciencia, por dar a tus hijos lo mejor de ti, y si cabe lo que ni tan solo tienes, nunca son suficientes. Ellos se afanan por desvelar lo que no les diste, las carencias que tienen. Quizás porque son los hijos de una generación de “derechos”, más
La madre es el seno de la vida, la condición sin la cual no es posible ser. Nacidos de las entrañas de esa mujer, madre, ésta no solo nos incuba durante nuestra gestación, sino que nos amamanta. Nos da el jugo de la vida para que podamos seguir en ella. Reconocer la función primordial de
Siento un cosquilleo cuyo surco desemboca en mis labios arqueando una sonrisa que ilumina mi rostro, y ahí resto encandilada. Mas, al apercibirme de que ese hormigueo no es sino tu cauta, silente y discreta retirada se desorienta mi mente, confusa y turbada hasta que aprehendo que el roce de tus dedos me advierte de
Siento un cosquilleo cuyo surco desemboca en mis labios arqueando una sonrisa que ilumina mi rostro, y ahí resto encandilada. Mas, al apercibirme de que ese hormigueo no es sino tu cauta, silente y discreta retirada se desorienta mi mente, confusa y turbada hasta que aprehendo que el roce de tus dedos me advierte de
Quien siendo hija es además madre se ubica en la encrucijada de crear una figura singular que, sintetizando lo bueno acogido y rectificando los fallidos gestos, sea capaz de dar lo justo y no excederse en evitar a sus hijos el daño. La complejidad es exponencial cuando la vivencia de lo parental es la ambigüedad
Ser madre, no solo es amar irremediablemente, sino recibir el querer más genuino y espontáneo que puede ser entregado. Cierto es que nunca dejamos de ser madres, y por ello debemos asumir que la manera de ser hijos cambia, porque su necesaria y deseable autonomía nos convierte en personas amadas pero prescindibles. Y esto, que




