Tengo una nueva mirada que desconozco hacia dónde me conducirá. Hoy es todo algo borroso y apagado, pero los augurios dicen que debo aprender de nuevo a mirar. Es poético hallarse en esta situación de reconstruirse desde otra perspectiva. Más aún, sabiendo lo que ya sé que, sin ser mucho, es más que cuando de
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IMAGEN: Fundación EOI Entre una nebulosa óptica, que será pasajera, el impulso de escribir emerge salvando cualquier escollo. La palabra yace arraigada en la experiencia que reclama ser tamizada por el pensamiento. Así, aunque el sentido de la vista se halle mermado, no sucede lo mismo con la imperiosa necesidad de revestir de lenguaje lo
¿Y qué otra opción nos queda frente a la fortuna o el desatino de haber visto más allá de lo deseable? Hambrientos por deificarnos, acabaremos en el averno de los cegados por la realidad, donde ni la falta de vista nos consuela de que nuestra mirada, ya vio lo que era mejor no ver.
Estuve tiempo reclinada y rendida en la pared de una calle muy transitada. Mi espalda algo encorvada, la mirada ciega, y el bullicio sordo que invadía el espacio; un espacio sin lugar, solo cavidad indiferente que contenía individuos desplazándose azarosa y agitadamente. Allí, pensé sobre lo absurdo de la velocidad existencial, el vacío perforado en
Estremecido por las noticias que emitía la televisión, se vio forzado a desconectar la “caja tonta”—que cada vez percibía como más hábil y sutilmente manipuladora de la opinión pública—. Así que abandonando el sofá, se desplazó hacia la cama para intentar deleitarse con una lectura. Siendo amante de los clásicos decidió enfrentarse a “El
El fallido intento de que alguien vea lo que no quiere ni tan solo vislumbrar, es una frustración a priori que tampoco deseamos reconocer. Así, unos sucumben por no reconocer a priori el error, y los otros yerran siempre por elegir la ceguera.




