El poso que dejas en los otros desprende un aroma marino, acogedor y cálido que invita siempre a volver en tu búsqueda. En eso debe consistir la autenticidad, en mostrar el rostro sin velos ni requiebros, procurando que se transparente lo que eres. Aunque vayamos mudando, reinventándonos y redescubriéndonos, subyace algo muy atractivo para los
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Dice Platón en su diálogo “La Apología de Sócrates”, por boca de este último, que: “(…) temer a la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es lo mismo que creer saber lo que no se sabe: nadie sabe ni siquiera si la muerte es para el hombre el mayor
IMAGEN: EL ENTIERRO Ricardo de Jesus Martinez Morales – Artelista.com El sepelio de Azucena se celebraría al día siguiente. Ella siempre había advertido de no necesitar que se hiciese una sala de velatorio previa, a no ser que a la familia le hiciese bien para iniciar el duelo. Precisamente, en esos momentos, ella habría saboreado
IMAGEN: Fundación EOI Entre una nebulosa óptica, que será pasajera, el impulso de escribir emerge salvando cualquier escollo. La palabra yace arraigada en la experiencia que reclama ser tamizada por el pensamiento. Así, aunque el sentido de la vista se halle mermado, no sucede lo mismo con la imperiosa necesidad de revestir de lenguaje lo
No hay contradicción entre el lenguaje y el gesto, uno está sujeto al deber, el otro al querer, y como humanos mientras lo que deberíamos hacer pueda ser distinguido de lo que queremos hacer, el gesto espontáneo que brota de la voluntad oprimida será siempre el auténtico querer. ¡Qué vida más absurda la de aquel
Añoro ese tejer palabras entramadas mientras me afano en aprehender ese sentir gestado en la autenticidad, sin cadenas internas ni censuras: porque solo es sentir. Y mientras esa intensidad emocional no sea actuada no hay exigencia de limitación, ni de contemporizar lo dicho o lo hecho para cuajar en el entorno sin levantar sospecha social.
Como si de un lienzo no depuradamente tamizado se tratara, entretejemos la vida; a súbitas pulsiones que nos incitan a crear, pretiriendo cualquier atisbo de racionalidad, temerosos del influjo apremiante que esta ejerza sobre nuestra potencialidad. Mas, no siempre es mejor lo placentero; y a la postre generados por arrojamientos de pasión, no devenimos auténticos,
Quien renuncia a ser el mejor, para ser sencillamente uno mismo, supera su vanidad resguardando lo auténtico y genuino como valor esencial. Así, siendo único deviene la mejor versión de sí mismo.
Se otorga la eternidad a quien deja una prosa mágica como legado. Y mágica no por su barroquismo ornamental, sino por la rara habilidad de ser en palabras la encarnación de una diversidad de vidas. Quizás, siempre fue el poeta el único testigo fiel de lo acontecido.





