Evacuar lo escatológico que se pudre en las entrañas, puede ser una expresión soez y zafia, o una metáfora o imagen de cuanto contenemos en nuestro interior de despreciable, y en consecuencia de la necesidad de expelerlo con prontitud. Porque, nos agrade o no, todos incorporamos lo bello y lo siniestro a lo largo de
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Hay belleza y bondad en muchos gestos. Rarezas humanas que, por mínimas, devienen anegadas en las ciénagas urdidas a tal fin.
La belleza puede ser mera estética formal al uso, es decir sensibilidad moldeada culturalmente, o por el contrario ética del ser. Cuando nuestros maestros los griegos fusionaban lo Bello con lo Bueno solo puede ser entendido como unión del deber ser, con el ser. La belleza, el máximo esplendor del humano se daba en esta
Lo bello surge de la sensibilidad que genera emociones placenteras, lo siniestro de la que se irrita y produce emociones de rechazo y repulsa. Siendo la sensibilidad el anclaje de la estética, su reflexión debe aprehender las condiciones en que es posible una experiencia sublime.
Si como aseguraban los griegos lo Bueno es bello, no cabe maldad en la belleza. Esto nos induce a revisar el concepto de belleza, ya que no podemos estar refiriéndonos a la frivolidad con que la Sociedad actual se sacude el término y nos presenta ese patrón ideal corporeizado, es decir asociado a la materialidad.