FUENTE DE LA IMAGEN: https://www.art-consciousness.com/2018/10/abstracted-paintings-by-joseph-lee/ El problema del Mal ha constituido un motivo de angustia, miedo y desazón desde la Grecia Antigua. Desde entonces, a lo largo de la historia, lo que ha cambiado ha sido la manera de dar respuesta a lo que se considera la cuestión crucial: su origen. Esto responde a la
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Artículo publicado anteriormente en 2018 “No hay forma más dolorosa de sentir la irreversibilidad del tiempo que a través del remordimiento. Lo irreparable no es otra cosa que la interpretación moral de esa irreversibilidad. El mal nos desvela la sustancia demoníaca del tiempo; el bien, el potencial de eternidad del devenir. El mal es abandono;
Presentir es instalarse en un futuro inmediato fantaseado, aunque nunca azarosa o arbitrariamente sino agitado por indicios constatados. Estrictamente, no obstante, no se puede pre-sentir, ya que si se siente, no se presiente. Así, lo que de facto nos sucede es que auguramos un suceso antes de que sobrevenga, a menudo, nocivo e indeseable, pero
«No hay forma más dolorosa de sentir la irreversibilidad del tiempo que a través del remordimiento. Lo irreparable no es otra cosa que la interpretación moral de esa irreversibilidad. El mal nos desvela la sustancia demoníaca del tiempo; el bien, el potencial de eternidad del devenir. El mal es abandono; el bien, un cálculo inspirado.
Nos cuesta mucho admitir que el mal sea exclusivamente fruto de la condición humana, al igual que lo es el bien. Quizás porque los tiempos que nos han tocado vivir nos mantienen alerta de parte de ese virus maligno que nos contagiamos unos a otros, y nos parece desproporcionado, espantoso, salvaje. Actos de una crueldad
Las descripciones simplificadas de un genocidio permiten distanciarnos de sus autores. Son tan malvados que no podemos ni imaginarnos haciendo lo mismo. Pero si tenemos en cuenta la terrible presión bajo la que actuaban, automáticamente vemos reafirmada su humanidad y eso es algo muy alarmante. Nos vemos obligados a contemplar la situación y a preguntarnos:
Los siniestros, frívolos y tendenciosos, son propensos a lo funesto porque embisten al otro a realizarlo. Solo desde la distancia, se puede banalizar el mal (aunque Arendt considerara otras circunstancias) ya que hundido en las aguas pantanosas de su realidad, provoca desconcierto, pavor, desata el instinto de supervivencia y el absurdo de toda guerra. Tan