Todos podemos vivir temerosos de lo real, y descentrar la mirada para no ver lo que le resulta excesivo a la sensibilidad, ni oír el balbuceo, la ecolalia de la víctima que no sabe que lo es y que transita desorientada hasta que reconoce que sí, que lo fue; pero también que puede dejar de
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Veo a la niña clamar con un llanto sordo: Y a mí ¿Quién me cuida? Miro a la adolescente exigiendo exclusividad. Contemplo a la adulta en la que se convirtió masticar la soledad en el vacío y el olvido. Clavada la indiferencia que percibe en un llanto más explícito, hoy. Y su pregunta, su duda,
22 diciembre, 2019 Durante la infancia poseemos el privilegio —o acaso la desventura— de rozar la aprehensión de la eternidad. Cualquier evento que un infante espera con ansia se prolonga en el tiempo con una compostura tan dilatada que le deja exhausto, excitado y con una percepción subjetiva de que lo anhelado, nunca acontece. Esta
La infancia es una etapa de la vida mitificada. Entendida como la edad feliz en la que todo se olvida con premura, y de nada se tiene conciencia plena en el fondo.” A los niños todo se les pasa rápido y al cabo de un rato están como si nada, ni se acuerdan” oímos decir
Publicado originariamente en LETRAS&POESÍA. Diciembre de 2019 Durante la infancia poseemos el privilegio —o acaso la desventura— de rozar la aprehensión de la eternidad. Cualquier evento que un infante espera con ansia se prolonga en el tiempo con una compostura tan dilatada que le deja exhausto, excitado y con una percepción subjetiva de que lo
Una mirada de reojo, apretando los labios para contener la risa es un guiño infantil a la vida; regodeándose reiteradamente en ese ademán provocativo que reclama una reacción del otro explosiva y festiva. Es el juego que introduce en la ironía, lo paradójico y toda una retahíla de estrategias que el infante deberá aprender para
Virando desde la ingenuidad del infante cuyo cristalino mirar solo percibe la transparencia de los gestos y arrumacos que recibe, sin posibilidad de entrever lo velado y auténtico, advenimos versiones creativas de esos adultos que han jugado sucio en nuestra presencia; aventajamos en impostura a los que nos han precedido, deviniendo opacos y oscuros para
La risotada de un infante que, por un ínfimo suceso –como el choque de una pelota contra la pared-, se desprende espontánea y sincera, produciendo un revolero en su cuerpecito para recuperar la estabilidad, es un auténtico renuevo para el interior deteriorado del adulto que “le cuida”. Así, tras una jornada de jugueteo se da
La imagen de una niña menuda, que justo empieza a andar y que se expresa con gestos y sonidos, apostada en el borde de un sofá, dando órdenes a cuantos la contemplan; nunca satisfecha va modificando lo demandado al cabo de un instante, aparte de remitirnos a un contexto de abuelos, tíos, y padres primerizos
Descifrando desde la infancia el lenguaje por el que se accedía al mundo, y vosotros ajenos no me brindasteis palabra. Azorada por gritos discutidos de los que permanecía el eco tras la batalla, y vosotros ajenos no percibisteis mis lágrimas. Aterrorizada viendo la convicción con la que se apoyaba en la ventana, y tú, sin




